24.1.08

Soy leyenda, 3

El viento, no lo sabíamos, derribó árboles a lo largo y ancho de la ciudad. Nosotros, en Peña Pobre, apenas lo sentimos, una lluvia de hojas, dije yo. Más tarde vimos relámpagos, rayos en la distancia. Regresamos a casa de MP, los niños se durmieron. Nosotros, concentrados en nosotros, no nos enteramos de nada, es decir, de lo que sucedía allá afuera, lejos de nuestro abrazo. Fue cuando manejé de casa de MP a mi casa cuando comencé a entender. Vi árboles caídos. Manzanas enteras de la ciudad, sin luz. Cruces con semáforos apagados, ominosos. Ya en la casa, me conecté y Guillermo me preguntó si había visto el viento. No, le dije, apenas nos enteramos del viento. Luego vi las noticias, la sorpresiva catástrofe, algo inusual en la ciudad, tan hecha a las catástrofes. Pero antes de eso, antes de que este tren de pensamiento corriera en mi mente, pensaba en otra cosa, en esta entrada antes del viento. Pensaba en "Wonderwall". Escuchaba "Wonderwall". Y una frase me vino a la cabeza, no tanto como un tren de pensamiento sino como una sutil hoja que cae al suelo: "Hace muchos años escuchaba 'Wonderwall' todas las mañanas. No tenía mujer. No tenía gato, no había tenido a mi primer gato aún. Vivía desconsolado, cruzado el doloroso umbral del desengaño, la súbita pérdida de la inocencia. River Phoenix había muerto hacía no mucho, lo mismo que Federico Fellini." Ayer, muchos años después, murió Heath Ledger. Me veo, desde el presente, escribiendo una segunda, torpe novela en aquel pasado. Recuerdo el aroma de mi departamento, un olor permanente a alacena. Puedo ver la mesa sobre la que escribía, los muchos papeles, el desorden. Y puedo sentir lo que sentía cuando regresaba a casa, estacionaba el coche, abría la entrada del edificio, subía al primer piso, cruzaba el umbral del departamento y me sabía solo en el mundo, solo y mi exorcismo, esa novela fallida, mi encierro y "Wonderwall", esa epifanía en pausa. Hasta hoy, aquí, ahora. La canción, de pronto, se deslava de ese pasado, de esa larga espera, de esa soledad que hoy, y desde hace varios días, semanas, meses, por fin, concluye. "And after all, you're my wonderwall." Y sí que lo eres, MP. Así las cosas.

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