30.10.07

Still ill


Hace mucho tiempo que no escuchaba a The Smiths y la última semana me llevé varios de sus discos conmigo para escucharlos en el coche (y, más en particular, para ponerle un par de canciones a Guillermo, que anda en una fase peculiar de su vida). Mi canción favorita sigue siendo "Still Ill", en donde Morrissey se pregunta "Does the body rule the mind or does the mind rule the body?" y, de inmediato, se responde "I dunno". Y claro, todo eso de "I decree today that life is simply taking and not giving, England is mine and it owes me a living", que, combinado con mis lecturas sobre Londres, me provoca una nostalgia que sólo curan los daffodils amarillos del comienzo de la primavera (narcisos se llaman en español), cuando las ramas de los árboles aún están desnudas y la profundidad de los parques provoca vértigo, un abismo sobre el verdor del prado perenne. Pero sigo con The Smiths y con mi descubrimiento de que "I Want The One I Can't Have" es casi igual de buena que "Still Ill" y va por la misma línea, cuando Morrissey comienza a cantar "On the day that your mentality decides to catch up with your biology" y es el cuerpo o la mente y casi nunca ambos, cuando de elegir se trata. Como cuando uno decide tener una vida dotada de sentido y no una vida feliz. Algo así. También está el Morrissey penoso, el que celebra y condena la "coyness" y la "shyness" y en "How Soon Is Now?", terrible lado oscuro de la falsamente luminosa "There Is A Light That Never Goes Out" afirma "I am the son and the heir of a shyness that is criminally vulgar, I am the son and heir of nothing in particular". Y eso. Mejor regreso a la profundidad de los parques de mi memoria, a las ramas que golpean el techo del Routemaster, hoy extinto, un double-decker de la ruta 22 que se desliza como un mamut rojo sobre el hielo-asfalto, y espero a que florezcan los daffodils.

27.10.07

Ride 'em cowboy!



Nada como la vida vaquera.

24.10.07

Periodismo de altura

En mi necia búsqueda de buen periodismo y de un diario decente en México (aquí les dejo el saco), encuentro esta real gema en reforma.com:

Evita gordura ser soltero y comer chicle
Estudios revelan que personas casadas aumentan hasta 13 kg y que el chicle disminuye el hambre

21.10.07

Everybody knows this is nowhere, 2


Vi Stellet licht/Luz silenciosa, de Carlos Reygadas, y apenas una semana y unos días después me siento listo para escribir al respecto. Me dan risa los otros. Algunos simplemente dicen que es una película más de Reygadas, incluso sin haberla visto, y lo llaman sobrevalorado, pretencioso, etcétera. Algunos más, no pocos, critican de entrada (nuevamente: antes de verla) y, apenas ven la película, sufren una sutil transformación y no pueden más que celebrarla. Celebro junto con ellos. No hay que ser visionario para entender que Carlos Reygadas es un autor mayor y Stellet licht su opus magnum. ¿Vendrán más después, otras obras maestras, a sumarse a su filmografía? La pregunta me parece irrelevante: basta con ésta, que va de un amanecer a un anochecer y que, dentro de ese día, abarca un amplio lapso de vida de una familia dentro de una comunidad menonita de Chihuahua. El padre de familia se ha enamorado y la esposa acepta la existencia de la otra mujer, su padre le dice que es obra del maligno (y su madre no hace más que, lo mismo que su esposa, aceptar el evento) y su camada de hijos se dedica a pasar el tiempo, a dar gracias antes de cada ingesta y a recibir una suerte de bautismo permanente, mientras giran alrededor del devenir de sus padres. La otra mujer se deja amar. Y el padre de familia acepta lo que vendrá después, fruto de su toma de decisiones (o su inhabilidad para tomarlas y, sencillamente, dejarse consumir por la existencia que lo contiene). Todo parece apuntar hacia un final trágico, hacia una escena tremendista, hacia un castigo del Dios que ilumina esas tierras donde no parece ocurrir algo relevante. Todo es luz, todo es silencio y todo es bondad, esa rara anomalía que Reygadas retrata tan bien a pesar de que es una virtud de la que rara vez somos testigos en los días que corren. La bondad más allá del contenido éxtasis, del breve insulto que provoca la muerte (la esposa del padre de familia dice que la amante es una puta, la única palabra fuerte de la película y la semilla germinada de su malestar), del ínfimo y circular momento de felicidad en el que el protagonista canta una versión descolocada de "No volveré", de la sutil ruptura de contexto y la aparición del histriónico Jacques Brel en la pequeña pantalla del televisor colocado en la parte trasera de una camioneta, allí donde los niños se refugian mientras su padre consuma el amasiato que provoca el casi intangible desorden de sus días. No pasa nada. Y pasa todo. Sujetos a reglas que en la urbanidad parecen mágicas, Stellet licht se resuelve en un cuarto iluminado de blanco (y nunca de luto, como podría esperarse), en donde la esposa y la amante se encaran para devolverle la paz al atribulado marido que las inocula de bondad a ambas. Anochece. Y uno sale de la sala a encarar la luz. Y se dice a sí mismo, canta: "Ne me quitte pas" [Laisse-moi devenir / L'ombre de ton ombre / L'ombre de ta main / L'ombre de ton chien / Ne me quitte pas / Ne me quitte pas / Ne me quitte pas / Ne me quitte pas...], aunque esa no fue la canción que Brel cantó para los menonitas en el medio de la nada, allí donde uno no se atreve a estar, allí donde todo es bueno y de pronto la nieve lo cubre todo de blanco, como las estrellas allá arriba.

15.10.07

Cuatro años sin Elliott Smith

Elliott Smith se suicidó en Los Angeles el 21 de octubre de 2003, a los 34 años (nació el 6 de agosto de 1969, en Omaha). Todos sus discos son buenos, incluso los póstumos. Aquí, unos versos de "Sweet Adeline", incluida en XO, para recordarlo:

It's a picture-perfect evening and I'm staring down the sun
Fully loaded, deaf and dumb and done
Waiting for sedation to disconnect my head
Or any situation where I'm better off than dead.


12.10.07

A conspicuous male cocotte

Lunch at the Plaza. Truman Capote is in the men's bar. His bangs are dyed yellow, his voice is girlish, his laughter is baritone, and he seems to be a conspicuous male cocotte. This must take some doing, but on the other hand it must be a very limited way of moving through life. He seems to excite more curiosity than intolerance. Almost everyone these days drinks a special brand of gin—Beefeater, House of Lords, Lamplighter—and vodka. I hear the orders come over the bar. The bartender calls to a handsome Italian waiter and they disappear into a broom closet, to straighten out their racetrack bets, I hope. But to someone familiar with a rigorous and a simple way of life these scenes might seem decadent and final, like those lavish and vulgar death throes of the Roman Empire that we see in the movies.
—John Cheever en su diario, 1959.

10.10.07

In Rainbows

Lo mismo que Thom Yorke, bebo té, alzo la taza y brindo con Camellia sinensis (en su versión verde con flores de jazmín añadidas), celebro la "aparición" de In Rainbows, la grabación más reciente de Radiohead. [Aquí debe cambiarse "aparición" por "manifestación."] Soy adicto a los discos en su forma física, nunca he cedido a la piratería, he llegado a gastar sumas impensables de pesos por tal o cual álbum. Sin embargo, In Rainbows no me costó uno solo: lo pedí por cero libras esterlinas y hoy por la mañana, apenas abrí el ojo, vine a la computadora y encontré un correo en el buzón, una clave que puse en Firefox y, en poco menos de diez minutos, abrí el fólder y copié las canciones que ahora suenan (suena "Weird Fishes/Arpeggi", de hecho) a iTunes (seré uno entre millones, supongo: esto comenzó en la madrugada inglesa). Quiero creer que es un momento irrepetible, único, acaso innovador. Algo así como cuando Laika ladró en el espacio y la escuchamos en la Tierra o cuando Neil Armstrong dio su brinco a la Luna. No exagero. Escucho, embelesado, el primer disco gratuito más valioso de la historia de la música. Como si hace 40 años, en 1967, uno hubiera llegado a cualquier tienda de discos londinense y, tras dejar sus datos en una hojita de papel, le hubieran entregado una copia (sin portada: apenas el vinilo con una etiqueta precaria en la que se hubiera leído el título de las canciones) del Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band de The Beatles. ¿Qué es lo que sigue? Primero, escuchar In Rainbows con calma, entenderlo. Segundo, esperar la aparición del formato físico del disco, comprarlo (espero que por cada copia regalada de mi próximo libro el destinatario compre otra, la regale, y así). Pero por ahora, a seguir con el brindis, que el disco, o lo que sea, se escucha muy bien. Salud, Thom. Voy por otra taza de té.

6.10.07

Everybody knows this is nowhere


Si uno va en dirección hacia Torreón, desde Saltillo, del lado derecho de la carretera, antes de llegar a la desviación a Parras de la Fuente, se encontrará con El Porvenir. Pueblo de evidente paso, le ofrece un par de opciones al viajero: el Café la Amazona y el Restaurante Génesis, pequeños, ínfimos locales de adobe enyesado y pintado con trazo rugoso, rústico. Es el desierto y las mitologías son las mismas de cualquier lugar en el que todo es horizonte. El viajero, sin embargo, no se detendrá en El Porvenir, sobre todo porque no es él quien conduce el auto que lo lleva a Parras, en donde el desierto cede y todo es verdor, un real oásis en medio de un valle que se antoja perdido allá por 1908, poco antes de que Madero le llevara la democracia a la revolución. Hay vides (parras) y hay nogales; hay moreras y hay higueras; hay granados y hay truenos; hay, incluso, un terco árbol de mango por allí, por la enrevesada calle de Orilla del Agua. El lugar es, sí, refrescante. Dan ganas de quedarse allí, supino sobre una tumbona, en contemplación de los abigarrados racimos de piracanto y las luminosas, radiantes buganvillas; allá, adonde no pasa nada. Si todo México fuera como Parras, no habría lugar para El Porvenir.

4.10.07

Sputnik Sweetheart

Hace 50 años el Sputnik 1 dejó la Tierra para orbitarla. Así dio inicio la carrera espacial, gracias a la hoy desaparecida URSS. El Sputnik 1 fue el segundo satélite en orbitar este planeta, el segundo después de la Luna, se entiende. Un satélite. Como los seres humanos, que nos la pasamos orbitándonos unos a los otros, a veces sin que nuestros caminos se encuentren, a veces chocando entre nosotros. Referencia obligada: Sputnik Sweetheart, de Haruki Murakami. [Mi copia de ese libro, cuyo título en español detesto, es de la Harvill Press inglesa: se lo robó mi amiga Lauri para mí, en la Feria del Libro de Londres, allende 2001; lo terminé de leer sentado en una banca de Parsons Green, con vista a la ventana de la estancia del departamento donde vivía entonces, orbitando a mi casi siempre ausente landlord; lo leí esperando verme a mí mismo asomado por esa ventana, quizá cubierto por la nieve que cayó ese año, meses antes; algo así.] Pero antes de eso, mucho antes de eso, yo en México con mis padres en los festivales del PCM, con bolsas rellenas de libros soviéticos (y chinos) para niños, historias de pioneritos, mascadas rojas, la hoz y el martillo amarillos... Y el Sputnik 1 como gran orgullo ideológico más que nacional (qué sabe un niño de 8 años de Stalin y compañía). Más adelante, Sigue Sigue Sputnik, grupo famoso por su debut, Flaunt It (1986), que contenía el raro sencillo "Love Missile F1-11". Intrascendente satélite de órbita diluida. Sputnik 1: una esfera de aleación de aluminio ultra pulida AMG6T de 2 milímetros de espesor y 585 milímetros de diámetro, rematada por cuatro antenas-bigotes de entre 2.4 y 2.9 metros de longitud, rellena de dos transmisores de radio de 20.005 y 40.002 megahertz y que, se cree, orbito la Tierra, de la que fue lanzada por un cohete R-7, a 250 kilómetros de su superficie. Luego de mandar emisiones radiales en forma de "bips" (a través de las cuales se midió la densidad de electrones de la ionósfera), regresó a nuestra atmósfera y se derritió el 4 de enero de 1958 [gracias Wikipedia]. Esferas, satélites, órbitas, salida de y entrada a la atmósfera, desintegración... [Continuará con el Sputnik 2 y Laika...]

2.10.07

Darker with the day

No escuchaba el disco desde aquellos tiempos oscuros en los que la luz llegaba de los sitios más insospechados. La voz de Nick Cave tiene este raro dejo de luminosidad y todo lo terrible acerca de lo que a veces canta siempre termina por brillar. Es el caso de No more shall we part, su disco-renacimiento de 2001, sobrevivida la heroína y una mujer, una west country girl. Ha pasado un lustro, más de un lustro, y las canciones tienen el mismo efecto en mí: un bienestar melancólico. Estos versos de "Darker with the day", por ejemplo:

I was looking for an end to this, for
some kind of closure
Time moved so rapidly, I had no hope
of keeping track of it
I thought of my friends who had died
of exposure
And I remembered other ones who
had died from the lack of it

Versos que me hacen pensar en una conversación que tuve ayer y en la que me bajé de las ramas y confesé, por primera vez, y respondí a la pregunta "¿Por qué escribes?" No daré la respuesta aquí, por supuesto, pero sí seguiré con otros versos de Cave:

Amateurs, dilettantes, hacks,
cowboys, clones
The streets groan with little Caesars,
Napoleons and cunts
With their building blocks and their tiny
plastic phones
Counting on their fingers, with crumbs
down their fronts

Pienso en este departamento, en los dos seres que, cada uno vivo a su manera, me reciben cada vez que abro la puerta: el inquieto, gris y rayado pequeño emperador (los latidos veloces de su pequeño corazón) y el pequeño foco led blanco de esta MacBook negra (los latidos espaciados, diluidos y luego encendidos, de su corazón eléctrico). Pienso en la vista abierta al sur. Pienso en todas las casas en ruinas que hay en esta ciudad. Pienso en las luces que delimitan el alcance urbano. Pienso en las estrellas abrumadas por el exceso de luz terrestre. Pienso en la oscuridad última del día, allá lejos en los montes. Pienso en la rara fortuna de las coincidencias. No pienso más. Escucho a Cave:

Babe
It seems so long
Since you went away
And I
Just got to say
That it grows darker with the day