27.1.08

Excalibur o Sobre el cambio


Domingo de nuevo. La gripa cede, luego de un par de días. La combatí lo más ferozmente que pude. No me gusta enfermarme. Menos aún de gripa, malestar que, no sé bien porqué, me afecta no sólo física sino anímicamente. Y me siento demasiado bien como para sentirme mal.

Domingo de nuevo, pues. MP está frente a mí, trabaja. Intento trabajar también, retomar la novela, avanzar más en su conclusión, abordar otra de sus voces, la menos atendida de las cuatro. Lo haré, claro.

Recuerdo mi diario inglés, la consigna: "I will endure."

Abro el portal del New York Times: Barack Obama ganó, de manera amplia, la elección primaria de Carolina del Sur. Justo ayer, o anteayer, el diario publicó un par de columnas editoriales, en las cuales se pronunciaban, como demócratas, por Hillary Clinton, y, como republicanos, por John McCain. Hoy, tras la victoria de Obama, aparece este encabezado en el periódico virtual: "Kennedy Plans to Back Obama Over Clinton." Se refieren al senador Edward M. Kennedy, quien se suma a la voz de Caroline Kennedy, hija de JFK, en una de las columnas editoriales del veleidoso (¿plural?) NYT:

I have never had a president who inspired me the way people tell me that my father inspired them. But for the first time, I believe I have found the man who could be that president — not just for me, but for a new generation of Americans. [La nota entera aquí.]

[Nunca ha habido un presidente que me inspire del modo en el que la gente me dice que mi padre los inspiró a ellos. Pero por vez primera, creo que he encontrado al hombre que podría ser tal presidente, no sólo para mí, pero para una nueva generación de americanos.]
Camelot, pues, no fue habitada, como muchos creíamos (yo lo creí, fui un fiel seguidor, admirador y defensor de Bill; hoy no de Hillary: sus ataques traperos me desquician, además de que, sí, encarna la perpetuación de un statu quo ya desvirtuado), por los Clinton. Y allí está la espada, Excalibur, empuñada por las manos del cambio: es Barack Obama el portador del nuevo fuego, el real heredero, recién ungido por la realeza demócrata americana: los Kennedy, lo que queda de ellos, que, al fin y al cabo, es mucho.

Nunca sabremos qué hubiera pasado si JFK hubiera sobrevivido al atentado contra su vida, si al reverendo King no le hubieran apagado el sueño, si hubieran dejado que Bobby prosiguiera con los sanos aires que comenzaron a soplar en el verano del amor de 1967, además de con el siempre presente espíritu de su hermano caído en Dallas... Mi entusiasmo, no impulsivo sino largamente sopesado, es genuino: el próximo 5 de febrero, día decisivo de la contienda, mi voto en la elección primaria de los Democrats Abroad será para Barack Obama, quien quizá consiga hacer que la bandera desgastada y que ondea de cabeza se renueve, renazca.

Es, sí, el año del real cambio. Más allá de Obama y de los Kennedy, puedo verlo frente a mí, encarnado en la hermosa cara de MP, en su mano que oprime el mouse, en sus dedos que bailan sobre el teclado, lo mismo que los míos. Yo también tengo un sueño. Y nuestra bandera, la bandera de nuestro recién conquistado reino, ondea perfecta.

I did endure.

Así las cosas.

6 comentarios:

El Escondrijo dijo...

David:

Hace poco escuché en televisión una idea que me pareció interesante: la política es una expresión cultural de los países. La voz “cultura” usualmente nos lleva a pensar exclusivamente en teatros, cines, y esculturas, pero lo cierto es que el fenómeno se extiende por muchos más ámbitos. Por eso, que la política, la forma más elemental en que se organiza la convivencia entre personas que viven en un mismo lugar, sea cultura, me parece completamente cierto; más si se piensa en lo crucial que es, y también en su ubicuidad. Pero usualmente se nos pasa de largo este hecho.

José de la Colina dice que las únicas auténticas libertades que le quedan a un hombre infinitamente condicionado por la política, el dinero, la sociedad, son las “libertades imaginarias” del creador. Yo no sé hasta qué punto esto sea cierto, pero por eso mismo me parece interesante que los escritores, y otros que usualmente sí quedan referidos cuando hablamos del mundo de la cultura, de vez en cuando se den el tiempo de dejar sus opiniones sobre el mundo que comparten cotidianamente con los otros, de sus “otras” libertades; con la política, pues.

Así, me da gusto ver como en algunas de tus entradas pasadas has dedicado tiempo a pensar, muy personalmente, la situación política del país en que naciste. Hasta ahora no he seguido con rigor la vida política detrás de estas elecciones decisivas para el mundo entero, sobre todo ahora en que millonarios como Soros declaran “el fin de la supremacía estadounidense” en razón de la recesión que ya hasta el mismo Greenspan sospecha, pero me has hecho interesar por el proceso, y eso se agradece.

Un saludo,

H.F.

P.D. ¿Tienes alguna opinión sobre la política nacional? Yo apenas estoy recavando lecturas y reflexiones para hacerme de ideas con respecto a mi propio país, México, pero me gusta escuchar lo que dicen los demás..

David Miklos dijo...

Mi buen H.F.,

creo que la política ha perdido una gran batalla con el mercado. En este sentido, el ámbito político se suma ya sea al entretenimiento o a la simulación, sobre todo en los países del primer mundo, en donde el capitalismo y las necesidades de flujo y reflujo de consumo dictan las tendencias, los comportamientos de los individuos pertenecientes a un cada vez más ficticio Estado.

Es el caso de Estados Unidos. Allí, sin embargo y con el caso particular de Barack Obama, la política busca renacer, quizás imponerse a ciertas directrices económico-comerciales. Ya veremos si esto es cierto o si se trata de una mera ilusión bien mediatizada.

En México, sin embargo y a pesar de que todo, al fin y al cabo, lo rige el mercado, no hemos sobrevivido a la política. Todo es político. Todo es una meritocracia. Todo es infinirtamente patético. Y, para colmo, aquí ha arraigado el imperio de la desinformación, de la opinión sin fondo, la victoria de la superficie. ¿La política mexicana? Podrida. No hay una izquierda real; todo es derecha, la peor de todas: la derecha liberal, "bienpensante", falsamente moderada y altamente tibia. Y como vivimos en una meritocracia, sí, tenemos al presidente que nos merecemos: el peor del continente, un Uribe de quinta que disfraza a sus hijos de militares y se emociona ante los "retos" a los que nos someterá la recesión económica de Estados Unidos, como si nunca hubiera salido de la prepa.

Mi problema con nuestro país es, me repito, el manejo de la información, las camarillas, el centralismo patente en todo, la búsqueda perpetua no de un caudillo, sino de un virrey, alguien ante quien hincarse. Yo no lo haré, nunca, en ningún ámbito.

Mejor me distraigo, me entretengo, me apego a mis "libertades imaginarias", sí, y juego a que hago la democracia, allá del otro lado.

Un saludo,

D.

Guillermo Núñez dijo...

Deja de decir portadores del fuego.

David Miklos dijo...

Ay, Memo. Sí, Memo, claro, lo que tú digas.

nacho dijo...

Mejor la foto sonriente que hablar de recesión. ¿Es una botella de vino eso que está sobre la barra, o mi olfato anda errático? Je. saludos.

David Miklos dijo...

Mira, Memo, no soy el único, lee el final de este párrafo, una nota del NYT, hoy: "Viewers on Monday were treated to a rare look at three dynasties working out their psychodramas at once: In his final State of the Union address, President Bush, the rebel Texan who defied his father, struggled to avoid the gloom of recession that darkened his father’s final days in the Oval Office. On the campaign trail, Senator Hillary Rodham Clinton tried to patch over the pricklier parts of her husband’s legacy, while in Washington, the Kennedy clan sought vindication — and renewed vigor — by passing the torch to an adopted heir."