8.2.08
080208
Amanece. Afuera, los volcanes. Adentro, MP y yo. Hay días así, en los que la palabra del día es, sin más, luminary. Más tarde, cuando ella se va pero su abrazo permanece, el Ajusco. Lo retrato. Y el Ajusco me persigue durante la mañana. Salgo a la calle, camino a la Nápoles; y de regreso. El Ajusco se asoma entre los edificios, arriba del distribuidor vial, como si retara al edificio del WTC, el antiguo Hotel de México, un par de centinelas. Como el par de ochos que abrazan al dos en la fecha de hoy. Sí. Un par de amuletos que nos resguardan. Hoy, desde que comenzó el día a las cero horas, luminoso.
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