13.12.07

Ortuño y la literatura caníbal


Hace mucho, mucho tiempo que no leía una entrada realmente polémica y provocadora (en el mejor sentido de la provocación: no un mero buscapiés coyuntural, digamos, sobre el No a Chávez, sino una plataforma real de discusión sobre un tema serio y, para todo aquél que escribe y publica, delicado), como "¿Y los que no somos caníbales?", la entrada más reciente de Antonio Ortuño en el inflamable (aunque a ratos incombustible, pero superior a la revista en sí) blog "de la redacción" de Letras libres. Tomando como excusa el suicidio del llamado Poeta Caníbal (los diarios mexicanos se las ingenian para dotar a todo de un folclore que nunca nos sacará del tercer mundo periodístico), Ortuño deriva en una reflexión sobre el desinterés de los medios de comunicación hacia la literatura y sobre el embodegamiento de los libros, buena parte de ellos literarios, producidos por la función pública. ¿Para qué escribir? ¿Para qué publicar literatura (en una editorial estatal o privada)? ¿Para qué tomarse esa molestia si nunca alcanzaremos la fama, aunque sea efímera, malograda y amarillista, del pobre Poeta Caníbal? Espero que la entrada de Ortuño invite al diálogo. Pero, tristemente, lo dudo: la literatura no le interesa a nadie.

3 comentarios:

Emilio dijo...

Me sorprende que a Ortuño le moleste tanto la fama adquirida por el ‘Caníbal’. Resulta natural que periódicos y televisoras hagan negocio de un caso que enciende el morbo de la gente (igual que Jack el destripador o el Titanic); tampoco es tan extraño el desprecio del gobierno hacia algo parecido a una política de la lectura: sucede en todas partes y ha sucedido siempre (Un ejemplo, Flaubert, en carta a Turgueniev [1873]: “Siempre he tratado de vivir en una torre de marfil. Pero una marea de mierda golpea los muros como para hundirla. No se trata de la política, sino del estado mental en Francia. ¿Habéis visto la circular de Saint Simon sobre una reforma de la instrucción pública? El párrafo dedicado a los ejercicios corporales es más largo que el que se refiere a la literatura francesa.”).

Su molestia debería estar dirigida a otros. En primer lugar, a los responsables de la no aprobación de la ley del libro. Añorar la fama del Caníbal, o la de García Márquez o Dan Brown me parece mucho pedir, además de sospechoso (¿qué queda del olímpico desprecio de Flaubert hacia la masa?); aspirar a que sus libros no estén guardados en alguna bodega y que encuentren a su justo público, aquél en proporción a su talento, me parece más sensato (pero me refiero a su justo público, no el público masivo producto de una campaña de difusión exitosa dirigida a analfabetas). Para ello no hace falta poca cosa: precio único, críticos con conocimiento e independencia, otras revistas además de LL, etc.

La cita de Flaubert la extraigo de un libro de Fernando Escalante (A la sombra de los libros. Lectura, mercado y vida pública, México, El Colegio de México, 2007) que acabo de leer y que ilumina bien los problemas de la industria editorial mexicana. Muy recomendable.
Un saludo!

David Miklos dijo...

Hola, Emilio.

No, lo que a Antonio le molesta no es la fama del Caníbal, sino el canibalismo de los medios de comunicación, el tratamiento de la información y, claro, su indiferencia, que raya en el desprecio, hacia la literatura.

Conozco el libro de Escalante, tuve el manuscrito. Íbamos a publicar un adelanto en el número más reciente de Istor, dedicado al libro y sus historias, pero la aparición de dicha obra coincidía con la de nuestra revista, así que, finalmente, no se hizo. Te recomiendo el número, hay un texto maravilloso sobre la "desaparición" del libro, a manos de Michel Melot.

Creo, por otro lado, que la ley de precio único del libro es fundamental; no creo que dicha ley vaya a cambiar en algo el tratamiento de la función pública hacia los libros literarios que editan y embodegan, menos ahora que son de un sector político al cual la cultura la tiene sin cuidado.

La literatura, pues, tendrá que ser, como casi siempre lo ha sido, subrepticia. Y eso, si lo pensamos a fondo, no está del todo mal. Apenas la literatura roza el mercado (salvo excepciones escasas y clásicos), se vuelve basura y, claro, alguien, algún sello poderoso, intenta monopolizarla. Mejor seguir a contracorriente, desmarcados.

Antes de la literatura, viene la lectura (su real promoción, la real educación hacia la lectura), pero ese es ya otro boleto y aquí no nos ocupa, no por ahora.

Saludos.

Mariana dijo...

¿cómo le va a interesar la literatura a un pueblo cuyo promedio de lectura de medio libro al año es de sobra conocido?