28.12.07

1970


La mujer sonríe en la penumbra, un costado de su cara apenas iluminado, toda la luz yace sobre el bebé, su hijo de un par de meses, recién nacido para ella. La mano descubre la cabeza del bebé, lo muestra a la cámara, al mundo. Él, del otro lado de la lente, captura la imagen, la luz. Afuera, el cielo, una turbina. El bebé es desplazado de un sitio a otro, su primer traslado, de la nada al todo, de no tener nombre ni apellidos a portarlos de manera definitiva, del limbo al origen, dictado por los propios y mútiples desplazamientos y traslados de sus padres. Pronto se detendrá el movimiento, todo será invadido por la sensación de un destino consumado en octubre de 1970 y reconstruido durante varios años, lustros, décadas, hasta ver la luz, de nuevo la luz, en febrero de 2005, punto de llegada y, a la vez, de partida de la imagen que aquí es observada. Y ayer, la imagen encontrará su destino último: ante la mirada más verdadera, su mirada, la mirada de ella, aquí, 37 años después.

2 comentarios:

El Escondrijo dijo...

Hola David:

Siempre he disfrutado de pasearme por tu espacio. Me da la sensación de afabilidad. Eso; cuando cierro la ventana me da gusto haber escapado unos minutos del trabajo y enterarme de lo que estás leyendo, escuchando, y pasando.

Además, quiero invitarte a mi espacio, más modesto, claro: Escalera al suelo, http://escondrijocobarde.blogspot.com/.

Un abrazo.

oscar dijo...

Amo a Memo.