Quisiera que no fuera una mala noticia. Joe se fue de la casa. Esto ocurrió el lunes, por la mañana. Antes de irse, fue a llamar a nuestra puerta, la arañó, no le abrimos. Luego, ya despiertos, MP y yo caímos en la cuenta de que Joe no estaba más allí (no había, tampoco, gas, y el heliotropo que le regalaron a ella amaneció casi marchito --y hoy ya está lozano--). Le serví croquetas, pero el ruido de la comida al caer al tazón no hizo que el gato apareciera. Más de 72 horas sin Joe. Y así es, me dicen: los gatos de pronto deciden irse y se van, para luego volver, transformados, semanas, meses, años después. ¿Cuándo volverá Joe? Es lo único que atino a preguntarme (quisiera no preguntarme si volverá Joe; intento no hacerlo). En fin, que nuestro gato se fue. Pienso, claro, en la Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, de Haruki Murakami. Escribo un Diario de diciembre, cuyo eje es la desaparición de nuestro gato, es decir, una narración en la que pasa nada. Y, hoy, de pronto y de la nada, nada más porque estaba allí, a la mano, busco consuelo en Marca de agua, los apuntes venecianos de Joseph Brodsky, cuya primera lectura, descubro, hice el 8 de septiembre de 1998, cuando el mundo era otro. Venecia, claro, ciudad de gatos, cuyo emblema es un león. Abro el libro y allí está Brodsky, acompañado por un gato. Un gato con cara de susto. O sorprendido ante lo imponderable. Brodsky lo toma por el cuello. Y parece, sin darse cuenta, imitar su gesto. Así:
Esa misma cara hago yo ahora. ¿Y ustedes?
8 comentarios:
Ay Miki, cuida a tus mascotas.
La pérdida de una máscota es tan dolorosa que tratamos de no imaginarnos lo que sería nuestra vida sin ella... lo siento mucho... yo no mi imagino que haría sin Kalinka, mi labrador blanco. Pero si te sirve de consuelo, en efecto, los gatos casi siempre regresan... Es lo malo de encariñarse con un animal tan independiente.
Lo que si te puedo asegurar, es que el día que llegues a tu casa después de una larga jornada y Joe esté ahí sentado frente a su plato como si nada, esperando a que le des de comer, tu felicidad será inconmensurable! Ánimo amigo!
eres una mascota que no entiende a su dueño. un dueño mío tardo como tres meses en regresar. Cuando lo hizo habíamos adoptado a un hijo de los tantos que tuvo. fueron una bonita relación estilo simba y mufasa (bbbbbbbbrrrrrrrr otra vez!)
miau miau miau miau
Romina hizo lo mismo hace unos meses. La persona con la que entonces vivía (o vivíamos, Romina y yo) decidió no abrirle la ventana en la noche. Esperó en la calle. Maulló. Mucho. Y luego se fue. Pasaron las horas y yo sólo podía pensar en gatos atropellados. Quizá, pienso ahora, no debería escribir esto, porque se trata de dar ánimos, no de quitarlos. Pero bueno, qué va, eso pensaba entonces. Los gatos tienen orgullo, concluí, con ojeras y vacío. Esto lo cuento ahora, mientras oigo a Romina lamerse las patas atrás de mí. A veces, los gatos regresan. Cuando tal cosa sucede, puede uno ponerse a ronronear.
no te preocupes, hasta un gato que conozco que jamás salía del cuarto de su dueña alguna vez se fue un par de días
Yo hago esta cara :´(
Yo tuve una gata que se fue. Le había puesto Faustina y ahora concluyo que en mi mal gusto llevaba su destino. Joe, en cambio, es un nombre boomerang, así que seguro regresa.
Nosotros teníamos una perra en nuestra casa de campo. Esta perra -callejera, la habíamos recogido cuando parecía una pinche ratota- siempre se escapaba durante semanas y volvía... hasta que un día se largó durante más de un año. Creíamos que nunca volvería pero un buen día volvió; madreada, flaca, pero con un brillo diferente en los ojos, tristes éstos y agradecidos también. En fin, "la muñeca" (así se llamaba) ya nunca más se fue y fue la perra más entrañable, cariñosa y fiel hasta que se murió.
(Es muy chingón tu blog y la neta la vida que en él describes suena bastante envidiable y entrañable.)
saludos
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