11.7.08

Firewoman

En busca de semillas de zaragatona --más sobre este peculiar producto en otra entrada, más adelante--, MP, los niños y yo emprendimos una expedición al Mercado de Sonora, ayer. Cumplida la misión, salimos del mercado por la calle trasera (allí donde venden mariscos), dimos la vuelta en el Eje 1 Oriente y dimos de lleno con la Estación Central de Bomberos de la Ciudad de México. G, quien insiste en que quiere ser bombero cuando crezca, se quedó pasmado. Entramos a la estación, pedimos permiso para ver los camiones, pipas y demás (hay vehículos de principio de siglo --y antes-- allí) y, para nuestra sorpresa, asignaron a un bombero que estaba de guardia para mostrarnos el lugar y darnos información sobre el Heroico Cuerpo de Bomberos de la Ciudad de México. G y T no tardaron en subirse a los camiones --les encantó el más largo: el de la escalera, especial para edificios altos en llamas-- y en ponerse cascos, botas y demás parafernalia. Pero lo mejor fue "la prueba del minuto". Estábamos a media visita, con G disfrazado de bombero, cuando el "Número 3" de la estación le preguntó a MP que cuánto quería a su hijo. Ella, claro, hizo un gesto que significaba lo infinito. Y Número 3 le dijo que lo comprobarían: cargó a G de un brazo, lo llevó a una banca a 20 metros de distancia, regresó con nosotros y le puso la prueba a la súbitamente asustada madre. "Tiene un minuto para ponerse el traje de bombero y rescatar a su hijo", dijo Número 3 sin más. MP no tardó ni 45 segundos en consumar la empresa. Fue emocionante. Pido aplausos. Y más aplausos para los bomberos mexicanos, que aplacan fugas de gas, atrapan abejas enfurecidas, rescatan animales y, claro, apagan incendios de toda índole, los más peligrosos aquellos que se desatan en las Centrales de Gas. Sobra decir que ganan poco, su equipo es precario, son autodidactas y, quizá por lo mismo, se trata de personas generosas que responden hasta la duda más nimia a quien se acerque a ellos (G y T, por ejemplo, estaban obsesionados con cuántas puertas había abatido nuestro nuevo amigo bombero; resultaron ser muchísimas). Larga vida a los bomberos. Así el fuego, así las cosas.

No hay comentarios: