9.11.07

La persistencia de la niebla


Me despierto. Es temprano, más de lo habitual para mí. En el periódico leo que el aeropuerto de la ciudad permanece cerrado debido a la persistencia de un banco de niebla. Me distraigo. Logro salir de la cama y me preparo un té. Cuando me asomo por la ventana, allí está: la niebla. No me siento en la ciudad de México. La niebla no es habitual en mi barrio. Y pienso en eso, en la persistencia de la niebla, en cómo la niebla siempre me ha hecho sentir que el día se mantendrá así, oculto, la luz del sol desviada por la nube que nos contiene. Pienso en el cuento de Boris Vian, dedicado a una niebla afrodisiaca, que luego La Unión, los de "Lobo hombre en París", hicieron una canción. Y pienso, sobre todo, en Olivia Newton-John y en mi infancia, cuando la conocí en las oficinas de EMI, durante la gira de promoción de su disco Physical (1981). Olivia llegó tarde a la rueda de prensa, a la que mi amigo Daniel y yo asistimos porque su papá era periodista cultural y nos consiguió un pase de entrada, a sabiendas de nuestro fanatismo por la cantante. Fanatismo que comenzó, sí, con Grease (1978): ¿quién no recuerda la escena en la que Sandy aparece transformada en una semidiosa entallada en ropa negra y lustrosa ante un babeante y boquiabierto Danny Zuko (el siempre bailarín John Travolta)? Yo la recuerdo bien, la recordaré siempre:



"You better shape up, 'cause I need a man, and my heart is set on you", canta Olivia y recuerdo el estertor que me provocaba entonces, que aún me provoca cuando la escucho, cuando la vi llegar a la sala de conferencias de EMI con su pelo corto y su chamarra roja, morían los 70s y daban inicio los 80s, todo pos-disco y new romantic, de pronto. Olivia respondió a las preguntas insulsas de los reporteros. Pero antes de eso, cuando apenas se sentaba –tarde: llegó tarde a la conferencia de prensa, como buena diva– se deshizo de la chamarra y un oportunista le preguntó que cómo se sentía. "I am hot", respondió Olivia, y el traductor simultáneo no pudo sino ceder ante el albur y traducir de manera literal "Estoy caliente", provocando así una lúbrica carcajada entre la concurrencia. Yo, sobra decirlo, me sentí ofendido, apenado: no era la manera de tratar a Olivia. Pero bueno. La conferencia terminó y se hizo una fila ante la mesa: Olivia firmaría nuestros discos. Me sume a la fila y, llegado mi turno, le extendí la mano. Olivia tomó mi mano. Juré, como siempre hace uno cuando alguien que ama le toma la mano, que nunca más me bañaría. Quisiera decir que no me baño desde 1981, pero estaría mintiendo. Recuerdo, eso sí, lo bien que me hizo sentir la mano de Olivia Newton-John en mi mano, una mano que... Hasta aquí los detalles de mi mano. Pasaron los años, crecí, cedió mi fanatismo, a Olivia, convertida en una exitosa empresaria, le hicieron una mastectomía. Pero miento. Mi fanatismo nunca cedió. El año entrante Olivia, nacida en Cambridge, Inglaterra, el 26 de septiembre, cumplirá 60 años. Y como la niebla que persiste, lo mismo hace mi deseo. A bailar, en patines, se ha dicho:

2 comentarios:

Xavier dijo...

De acuerdísimo. Estoy casi seguro que la vi una vez en Todos Santos, un pueblito de Baja California Sur, me dio pena acercármele porque ya llevaba un rato observándola y tratando de asegurarme que era ella, entonces ya estaba un poco incómoda. NI modo...

Mariana dijo...

boris vian tiene un cuento buenísimo sobre la niebla ("el amor es ciego"). cuando el protagonista despierta una espesa niebla invade la ciudad, una niebla afrodisíaca. los habitantes pierden todo el pudor y liberan todos sus instintos sexuales bajo el velo calinoso. cuando la niebla al fin se diluye deciden sacarse los ojos para poder seguir "amándose" a capricho y sin pudor.