1.11.07

Dagon o el eterno retorno


Hace varios meses, un año acaso (quizá más: el tiempo ha transcurrido desaforado esta última época de mi vida), le mostré a Guillermo uno de mis tesoros más preciados: los tres tomos de Los mitos de Cthulhu de H. P. Lovecraft y sus seguidores. Cuando mi amigo abrió el primer tomo, una fotografía cayó al suelo, un retrato venido, como cualquier retrato, del pasado. Así nacieron un cuento, "El abrazo de Cthulhu" (lo publiqué en La Tempestad), y un ensayo "El otro abrazo de Lovecraft" (apareció en Cuaderno Salmón). Ayer, enfebrecido, me fui a la cama y abrí un libro cuya lectura había postergado durante varios meses, un año o más acaso: The Call of Cthulhu and Other Weird Stories, de H. P. Lovecraft, autor al que nunca había leído en su lengua original, sino en las traducciones al castellano vertidas en las ediciones de Bruguera y de Alianza. Abrí el libro, decía, y un trozo de papel azul, recortado con prisa, cayó sobre el edredón. La leyenda, trazada en rojo, me era familiar, aunque tenía un plus, una palabra que no había aparecido en los muchos otros trozos de papel azul y amarillos con leyendas en rojo colocados aquí y allá en todo el departamento. No supe si reirme o llorar, así que, como siempre que me encuentro uno hago, dejé el trozo de papel azul en la caja que me sirve de mesa de noche, me brinqué el prólogo de S. T. Joshi y comencé a leer "Dagon", escrito en 1917 (hace casi un siglo, pienso ahora), un relato breve, pero sustancioso, ideal para irse a dormir y sufrir un delirio enfebrecido, como me sucedió anoche. Su primera frase lo dice todo: "I am writing this under an appreciable mental strain, since by tonight I shall be no more." Es Lovecraft en estado puro, monolítico (la palabra monolith viene por allí en el relato, y supongo que de allí la tomé para reproducirla en más de una docena de textos). Pero no fue ésa la frase que subrayé sino esta otra: "I felt myself on the edge of the world; peering over the rim into a fathomless chaos of eternal night." Y sí, el abismo; siempre el abismo.

2 comentarios:

Guillermo Núñez dijo...

Caray.

Mariana dijo...

gran gran frase. para escribir hay que pender del borde del abismo.