25.11.08

La lección de Shakespeare


Este señor que se ve retratado aquí arriba y al que muchos de ustedes reconocen, muy probablemente no sea William Shakespeare. Con dicha declaración comienza el sucinto, aunque nutrido ensayo Shakespeare. The World as Stage (2007), del anglofílico y norteamericano Bill Bryson (Des Moines, Iowa, 1951), préstamo que me hiciera GP hace un par de semanas. Más que una biografía, el libro que terminé de leer anoche es una suma bien hilada de comentarios sobre la información real que se posee sobre Shakespeare (casi nula, salvo ínfimas menciones en documentos legales, demandas, títulos de propiedad y apreciaciones sin mayores atributos en la obra de un puñado de sus contemporáneos), así como un retrato, muy logrado y de la mejor factura en términos de divulgación, de la época en la que vivió nuestro más reconocido hombre de letras. Quién fue Shakespeare en realidad es algo que nunca sabremos, por más especulaciones que hagamos al respecto. De todos los estudios que se han hecho sobre su persona, ninguno es en realidad certero: más allá de analizar su obra, desprendida de su entelequia humana, poco nos queda. Una biografía tan abierta, claro, llama a todos los lobos del hombre: académicos de supuesta valía han creado un hombre que no es, muchos nada más porque se les pegó la regalada gana, como decimos por estas latitudes. Otros tantos han declarado que Shakespeare simplemente no existió y que su obra fue escrita por otro (Francis Bacon, quien ni la debe ni la teme, es el que más adeptos tiene). Pero todo lo anterior, en realidad, no importa, lo mismo que es intrascendente si William Shakespeare nació y murió en Stratford-upon-Avon, en 1564 y en 1616, respectivamente. Lo que parece decirnos su inaprehensible persona es que, a final de cuentas, no fue más que letras y las letras son lo que, al final del día, realmente importa. De cabo a rabo, nuestra vida no es más que un instante perdido de eternidad, por ponerlo de manera dramática. A Shakespeare lo sobrevivió su obra. No hace falta más: allí está todo lo que en realidad necesitamos saber sobre Shakespeare, un absoluto hombre de letras, pura literatura. A manera de colofón, podemos decirles que el que aparece acá abajo... ¡es muy probable que tampoco sea él! Y que se parece un poquito a Dios, Shakespeare, ¿no creen? Hasta aquí esta entrada.

2 comentarios:

Guillermo Núñez dijo...

¡Esta es le mejor entrada que has escrito en mucho tiempo!

Douglas dijo...

me uno al entusiasmo de Memo.

agrego esto:

It is my aim, and every effort bent, that the sum and history of my life, which in the same sentence is my obit and epitaph too, shall be them both: He made the books and he died.

Faulkner


Salud,