21.2.10

Anna o lo inminente


Anoche soñé que escribía lo que soñaba. En el sueño, la frase que pergeñaba y que daba inició a un relato, era de un nivel de perfección inimaginable, casi orgánica. La frase se construía poco a poco; incluía dos nombres unidos por una conjunción (no los recuerdo; el primero era un nombre de origen anglosajón), los sujetos de la sentencia sometidos a no sé qué acción, a la que seguía una metáfora. Esto soñaba cuando MP me despertó y me dijo que tenía contracciones. No eran contracciones dolorosas y se repetían cada 20 minutos. Pasada la penumbra de la madrugada y una llamada al ginecólogo, reposamos hasta que se asentó el día. Falsa alarma. Aun así, todo es inminente, hoy: mañana nace Anna, nuestra primera (y única) hija. (Molesto, no dejo de pensar en las 10 reglas de escritura del narrador Richard Ford; la segunda dicta: "Do not have children", no tengas hijos. Y siento una especie de odio y compasión: ¿qué tiene que ver una cosa con la otra, escribir y ser [o no ser ] padre? Nada, me respondo. Ford, más que dictar una regla, confiesa una condición: no es padre y, al parecer, así lo decidió: no se concebía escritor y padre a la vez, su obra celosa de su atención casi entera. Eso sí, dice Ford en su primera regla, hay que emparejarse con alguien que nos respete y celebre como escritores. Alguien que vea en nuestra obra a los hijos que no tendremos. ¿Son estas reglas de escritura o caprichos de un escritor en particular? Me inclino por lo segundo y me salgo de este necio paréntesis; afuera, se termina de gestar nuestra Anna.) Todo es inminente, decía, hoy.

4 comentarios:

Salma Anjana dijo...

Saludos. Mis mejores deseos para ti, tu mujer y a la nueva protagonista: Anna. Felicidades y mucha suerte en sus nuevas vidas. Sinceramente creo que uno puede ser todo lo que quiera en este mundo. Te apoyo en eso del carpicho de Ford, sus límites no serán los de algún otro.

Ileana Cruz dijo...

Bueno, será que un hijo (hija en tu caso) cambia la vida para siempre. Y quizá Ford adaptó el mito del escritor solitario hacia los hijos. Ahora el reto es doble, ser escritor y padre...

Y felicidades por ambas decisiones.

Martaerre´s dijo...

¿No es acaso el que escribe un padre o madre? Tal vez Ford optó sólo por esa paternidad (que ya es una gran responsabilidad). Son muchos los escritores, padres y madres, con reconocido prestigio internacional, por tanto ello deja sin fundamento empírico a esta manifestación. Sin embargo, entiendo a Ford cuando el escritor puede aislarse durante años de esta realidad orgánica, también podría volcarse este concepto en cualquier otra de distinta disciplina de arte ... El traer una criatura al mundo puede ser envidiada por cualquier creativo por el aporte de toda una amalgama de experiencias nuevas que, posiblemente, desencadenarían una nueva fase o reto en su obra. ¡Enhorabuena!

David Miklos dijo...

Hola, Martaerre, Salma e Ileana. Respecto a lo que dice la primera de ustedes, no, escribir y acabar obras no es lo mismo que tener hijos. Esa metáfora de obra literaria como concepción, gestación y parto es, luego de que uno tiene una hija de verdad, completamente errada. Nada se compara con dar a luz, nutrir y educar a otro ser humano. Nada. Más allá de la literatura (y más acá), pensemos en Marx escribiendo El Capital en Londres, preso de la miseria y en compañía de toda su familia; pensemos a Bach, gran pater familias, componiendo sus epifanías musicales... Todo es, sí, cuestión de temperamento; y, también, de talento. En fin, más allá de todo esto, gracias por asomarse y comentar. Anna duerme a mi lado mientras les respondo. Es cada día más hermosa.