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30.5.09
A place called home
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29.5.09
La Tempestad 66, 11 años
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26.5.09
Wallander, fin de ciclo, más Morábito y Canetti
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2. Leí Emilio, los chistes y la muerte (Barcelona: Anagrama, 2009), primera novela del cuentista consumado que es nuestro Fabio Morábito (Alejandría, 1955), pronta a aparecer en las mesas de novedades de las librerías más cercanas a ustedes que viven en México (en la edición mexicana de Colofón). No diré todo lo que quiero decir, pues preparo un ensayo sobre primeras novelas aparecidas en los últimos dos años en México, pero baste con que sepan que se trata de un libro bueno y sorpresivo: el cambio de aliento de Morábito es encarado con gracia total, una narración dotada de una prosa impoluta y una atmósfera enrarecida y más que lograda. En suma, una novela de alcance mitológico y de una lúcida realidad carnal. ¿Que no digo nada? No digo nada, aunque sea superlativo: celebro la aparición del Emilio de Fabio y los conmino a leerlo.
3. Comienzo a leer, embrutecido, el Auto de fe (Die Blendung, 1936) de Elías Canetti (Rustschuk, 1905-Zurich, 1994). Y nada. Un libro que emprendo en el momento preciso.
24.5.09
Morandi/Jusidman: un diálogo
Ayer fuimos al MAM a ver la retrospectiva Pintura en obra/Paintworks de Yishai Jusidman (México, 1963), una de las mejores exposiciones en lo que va del año. De todo, lo qué más me gustó fue la serie En tratamiento, en donde Jusidman dialoga, por un lado, con el pintor boloñés Giorgio Morandi (1890-1964) y su autorretrato de 1925, así como con una muestra variopinta de cuadros de otros pintores, reproducidos en libros abiertos sobre el regazo de enfermos mentales. Por un lado, el aspecto técnico: Jusidman domina su paleta y el trazo en el lienzo, como salido de la mejor tradición pictórica; por el otro, el sino conceptual de la obra: el diálogo del artista con la tradición, así como la dialéctica cuadro-creador; finalmente, la propuesta: el traslado del ego a una colección variopinta de pacientes, todos nombrados con iniciales, que le hacen eco a Morandi, a Morandi en el regazo y en la mirada de Jusidman, así como a los artistas elegidos. Ahora bien, la evidencia del ingenio de nuestro artista.
Prueba 1: Morandi por Morandi, en su Autorretrato de 1925:
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En el cuadro vemos al pintor sentado sobre un banco, la paleta en el regazo. El espectador no es otra cosa sino el lienzo que el artista pinta: el punto de vista elegido. Así, Morandi reflexiona/ilustra el proceso creativo desde la propia obra en curso, no desde la obra terminada, concluida. La mirada inacabada del espectador, el lienzo inconcluso, desde el autorretrado acabado.
Prueba 2: El autorretrato de Jusidman --no registré el año de creación, pero creo que es de circa 1998, como la serie que nos ocupa, aunque puede ser mucho anterior, ya que la obsesión-identificación de Jusidman con Morandi es añeja--, con la reproducción del Autorretrato (1925) de Morandi en el regazo:
A diferencia del Morandi autorretratado, el Jusidman que se pinta no lleva una paleta y un pincel en la mano derecha, sino un lápiz, junto a una reproducción del Autorretrato de Morandi de 1925. Es decir: la paleta es el propio cuadro emulado. Y nosotros, espectadores, somos el lienzo que observa a ambos pintores: un espejo dentro de un espejo dentro de otro espejo. Nuestra mirada, pues, es trasladada al lienzo original y ausente de 1925.
Prueba 3: Uno de los cuadros de la serie En tratamiento (1998), de Yishai Jusidman, más su ficha de identificación:
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En el cuadro vemos al paciente H. G., sentado sobre una silla, y en cuyo regazo se abre un libro que reproduce Vir Heroicus Sublimis (1950-1951) del pintor estadounidense Barnet Newman (1905-1970). Aquí un detalle del cuadro, un acercamiento a la obra reproducida-trasladada al cuadro de Jusidman, que hace la vez de paleta de Morandi:
No me resta mucho más que decir: me quedo en la contemplación, escucho el lúcido diálogo entre la tradición y el presente --nuestras miradas--, malabareados con maestría por Yishai Jusidman. ¿Qué ven ustedes, lectores?
[Dedico esta entrada a Javier Sicilia y su Tríptico del desierto (México: Era, 2009), obra galardonada con el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 1998, ineptamente tachado de plagiario por una panda de bienpensantes sin rostro, groseros opinionistas lumpen y pequeñoburgueses de vista atrofiada. Más sobre este caso --una polémica inútil, pero ilustrativa del estado de las cosas en México--, aquí.]
Prueba 1: Morandi por Morandi, en su Autorretrato de 1925:
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En el cuadro vemos al pintor sentado sobre un banco, la paleta en el regazo. El espectador no es otra cosa sino el lienzo que el artista pinta: el punto de vista elegido. Así, Morandi reflexiona/ilustra el proceso creativo desde la propia obra en curso, no desde la obra terminada, concluida. La mirada inacabada del espectador, el lienzo inconcluso, desde el autorretrado acabado.
Prueba 2: El autorretrato de Jusidman --no registré el año de creación, pero creo que es de circa 1998, como la serie que nos ocupa, aunque puede ser mucho anterior, ya que la obsesión-identificación de Jusidman con Morandi es añeja--, con la reproducción del Autorretrato (1925) de Morandi en el regazo:
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Prueba 3: Uno de los cuadros de la serie En tratamiento (1998), de Yishai Jusidman, más su ficha de identificación:
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En el cuadro vemos al paciente H. G., sentado sobre una silla, y en cuyo regazo se abre un libro que reproduce Vir Heroicus Sublimis (1950-1951) del pintor estadounidense Barnet Newman (1905-1970). Aquí un detalle del cuadro, un acercamiento a la obra reproducida-trasladada al cuadro de Jusidman, que hace la vez de paleta de Morandi:
[Dedico esta entrada a Javier Sicilia y su Tríptico del desierto (México: Era, 2009), obra galardonada con el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 1998, ineptamente tachado de plagiario por una panda de bienpensantes sin rostro, groseros opinionistas lumpen y pequeñoburgueses de vista atrofiada. Más sobre este caso --una polémica inútil, pero ilustrativa del estado de las cosas en México--, aquí.]
22.5.09
Últimos días de influenza
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2. Ayer vimos (o vi, porque MP cayó rendida) L'Heure d'été (La hora del verano, 2008), una película del francés Olivier Assayas. El tema es mejor que el filme: la incomodidad del pasado en los días que corren, más en particular dentro del seno de una familia francesa víctima de las garras de la globalización. Algo así. Tres hermanos, una herencia: la casa de provincia que los vio crecer y que vio los últimos días de su madre, una amante de todo lo hermoso, el arte y demás. Uno de los hermanos, el mayor, es parisino y economista demodé; otro, vive en China y trabaja en una empresa que hace calzado deportivo con mano de obra barata; la hermana, alérgica a lo antiguo, vive en Estados Unidos y se dedica al diseño ultra moderno. El hermano mayor, claro, quiere preservar la casa para sus hijos, para sus nietos; el par de hermanos menores, quiere dinero, venderlo todo, incluso las obras de arte conservadas con celo por su madre, mismas que acabarán en el Museo de Orsay. Carente de drama o acidez tragicómica, la película de Assayas retrata la grisura de un mundo, Francia, en evidente descomposición, en el que no hay siquiera lugar para la inútil nostalgia. Y eso es todo.
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20.5.09
Agua estancada
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Ahí estábamos, por irnos y no.
Zama, Antonio Di Benedetto.
Zama, Antonio Di Benedetto.
Leo "Danza glacial", la entrada más reciente de Cetrería, el blog de Guillermo Núñez, y pienso en todos los libros que he dejado en el camino. ¿Qué anotaciones, que sobras, que retales y subrayados perdí entre sus páginas? Guillermo lo sabe: algunos de mis libros, los que aún preservo, son cajas de Pandora. ¿Y los que no están más conmigo? Inútil pensarlo. Pero no digo nada. Busco una excusa para escribir una entrada, esta entrada, y sólo atino a pensar en el protagonista de Zama, la novela magistral de Antonio Di Benedetto: un hombre que espera. Un hombre estancado. Inmóvil. Como cualquier escritor. Aunque dicho personaje no escribe. Pergeña alguna carta. Y nada. El agua se mece y trae detritus a su costa. No mucho más que eso. Pienso en Wallander, el personaje de Henning Mankell que tantas horas recientes me ha ocupado. Inspector de policía, resuelve crímenes, pero tampoco espera algo. Separado de su mujer y de su hija, a un paso de cumplir medio siglo de existencia, vive solo en un departamento que apenas lo ve para dormir algunas horas cada noche. Cualquier aspiración a dedicarse a algo que no sea ser policía ha quedado atrás. Su única ilusión es hacerse de una casa, tener un perro. Piensa, de pronto, en una mujer que conoció al borde de la carretera, en un restaurante en donde se detuvo, resuelto un crimen, a comer, luego a dormir un par de horas en un cuarto que ella le prestó. Un romance no consumado, menos aún iniciado. Así es Wallander. Espera. Y no espera nada, a la vez. Wallander es su circunstancia. Y no mucho más que eso. Afuera sale el sol de nuevo. Trinan los pájaros. Escucho el crujido del domo del pasillo. Joe dormirá en la sala; Mina en el jardín, las rosas estáticas. Descubro que me vestí para otro clima. El clima de ayer. El clima de Londres. Y espero. Espero a hartarme del calor. Y nada más que eso. ¿Qué pasará cuando, finalmente, me desprenda del suéter? Ya veremos.
15.5.09
Días de influenza, 6
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11.5.09
Días de influenza, 5
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2. De la celebración mentada procede la foto que ilustra esta entrada, en la que se muestra el uso de un cubre bocas alternativo, que además hace las veces de ventilador. Trascendió que el hombre que lo porta --y que lleva, además, cubre ojos traslúcidos-- bailó al son de Calle 13 y Poison en la pista. Y estamos hablando de un hombre misterioso, al que pocos han visto retratado y, menos aún, bailar. Trascendió, digo.
6.5.09
Días de influenza, 4
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2. Leo una serie de preguntas y respuestas aparecida en el New York Times de ayer: "Well--Worry? Relax? Buy Face Masks? Answers on Flu". Aquí una selección de los pasajes más elocuentes de la pieza:
La influenza normal mata a 150 personas diarias durante la temporada en la que está activa. ¿Por qué todo mundo le teme tanto a esta nueva variedad?La respuesta se resume en los siguientes dos puntos: primero, se trata de un virus nuevo e inusual --de origen aviar, porcino y humano--, que ha contagiado rápidamente a varias personas, como sucedió en una escuela en Queens [Nueva York]; segundo, el brote remite, emocional e históricamente, a la aniquiladora influenza española de 1918. ¡1918! Creo que 91 años y demasiada civilización tendrían que hablar en beneficio de la especie humana, pero el miedo y la paranoia vencen, siempre, al sentido común. En fin. Sigamos.
A(H1N1) ha afectado a la población más joven, cuando, habitualmente, la influenza se las cobra con los ancianos y los niños. ¿Por qué? La entrevista dice que si hay más jóvenes afectados es por la coincidencia del brote con la temporada vacacional de primavera, durante la cual --remember last Spring break, Derek? Yes I do, Susie: you totally flashed those boobs of yours!-- son los jóvenes el mayor número de viajeros. Prosigamos. Citemos de nuevo:
¿Hay razones para estar menos preocupados por la influenza porcina [el NYT es políticamente incorrecto aún y se la sigue cargando a los cerdos] ahora que hace una semana?La respuesta termina diciendo que la vacuna para la cepa previa de influenza puede haber contribuido a la poca eficiencia del virus a la mode que nos aqueja.
Sí. En días recientes, analisis de secuencias genéticas sugieren que esta influenza no es tan virulenta como se pensaba [repito: NO ES TAN VIRULENTA COMO SE PENSABA]. Le hacen falta ciertas proteínas y aminoácidos que la harían tan mortal como otras influenzas [alarmistas, paranoicos, adictos al cubrebocas: tomen nota de este punto]. Y se parece a otras cadenas comunes hacia las que la gente puede tener cierta inmunidad.
Finalmente, la gran controversia, el ser-o-no-ser de los días que corren:
¿Debo de hacerme de un cubrebocas, por si acaso?La respuesta concluye diciendo que, de estallar una pandemia, la única manera de protegerse es evitando las aglomeraciones públicas. Ni más. Ni menos. ¡No cierren ni restaurantes ni Blockbusters ni librerías, por piedad! [Algunos dirán: ¡Pero si Sanborns no cerró! Ay, Carlos Slim, hasta en este caso te beneficiaste, cabrón, diremos otros.] ¿Y los súper mercados, no llaman a la conglomeración masiva de almas influenciadas? Ay, Wal Mart... Jijos.
Los servidores públicos de la salud a los que he entrevistado no han almacenado provisiones personales de cubrebocas para sus familias. 'No he llevado ninguno a casa', dice el Dr. Fishman.
Los cubrebocas no son particularmente eficaces/efectivos contra el esparcimiento de la influenza. El efecto principal que pueden tener es el 'distanciamiento social': las máscaras asustan a la gente y hacen que nos alejemos unos de otros. [Cubrebocafílicos, tomen nota: dejen el magitel en casa.]
Finalmente, una pregunta más: ¿Sobrereaccionamos ante la influenza? La respuesta, resumida: Más vale prevenir que lamentar... Seriously? Lo único que se sabe de cierto, ahora, es que el virus --que en el primer mundo se ha manifestado de forma ligera, leve, poco insolente con las vías respiratorias-- parece emigrar al hemisferio sur y al otoño de allá abajo... [¡Uruguayos, a comprar cubrebocas! ¿Y cómo tomaremos mate, negro?]
3. ¿Qué pasara la semana entrante? ¿No más influenza en los medios? ¿Y todos esos mexicanos que China nos devolvió? Aún hay más...
4.5.09
De regreso con Wallander (más días de influenza)
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2. La influenza, claro, sigue. No muchos cambios. Pero nada que, en este momento, quiera reportar. Regresamos de Cuernavaca, en donde, por lo visto, nada pasaba.
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