7.2.09

Hoja por Hoja

Luego de 12 años, desaparece Hoja por Hoja, suplemento mensual de libros. Otro suplemento menos, gracias a los cortes de presupuesto de los periódicos (y esto no sucede solamente en México). Otro espacio menos para la crítica y la reseña exclusivamente bibliográficas. De los suplementos que sobreviven no hay mucho de qué vanagloriarse. Bienvenida sea la aridez. Pero volvamos con Hoja por Hoja.

Me entristece la desaparición de un suplemento que dirigí durante algún tiempo. Lo hice cambiar un poco, aporté algo de mi experiencia, gracias a un equipo de trabajo magnífico, a una publicación sólida, duradera. Siempre le agradeceré a Tomás Granados --y a su hermano Luis y a su padre Miguel Ángel-- la invitación a sumarme a Libraria, la casa editorial que le daba su sello al suplemento. Es curioso cómo suceden las cosas.

Hace cerca de una década me invitaron a pulir los detalles de una antología multitudinaria de nueva narrativa mexicana en obra negra. Entre los antologados se encontraba Tomás, al que luego yo mismo antologué en Una ciudad mejor que ésta, respuesta acotada a esa otra desbordada antología.

Durante la confección de mi propio libro comencé a colaborar en las páginas de Hoja por Hoja. Luego me fui a Londres. Tomás viajó a Canadá, si mal no recuerdo, y mantuvimos un grato intercambio epistolar. A mi regreso, un par de años y algunos meses después, Tomás me invitó a ocupar el puesto de coordinador editorial del suplemento (alguna vez le sugerí que si él lo dejaba disponible, yo felizmente le entraba; así fue). Trabajamos bien. Optimizamos el calendario de producción editorial. Y Tomás decidió crear la dirección del suplemento (no existía) y así me convertí en el primer director de Hoja por Hoja, con bastante libertad para realizar el suplemento desde mi propia óptica y con el amplio aporte del consejo de redacción, uno de los más activos que conozco, que he conocido.

Durante mi dirección le cambiamos el rostro al suplemento, lo hicimos, por decir algo, más una revista. Creamos el Capitel que abría sus páginas, le hicimos un upgrade tipográfico y de diseño, abrimos la columna Libre albedrío a una serie de plumas variopintas. Y así las cosas.

Mi última colaboración en Hoja por Hoja, a varios años de mi renuncia, fue un texto apreciativo sobre la obra temprana de António Lobo Antunes, aparecida en la edición especial que cada año el suplemento dedicaba al país invitado de la FIL, Italia en este caso (al lusitano le otorgaron el premio que ya no se llama Juan Rulfo). La escribí con mucho afecto, ignorante del derrotero truncado del suplemento.

Confío en que en Libraria verán el modo de transformar el proyecto y sacarlo nuevamente a la luz. Confío en que, tarde o temprano, regresarán los suplementos, habrá espacios amplios para la crítica, renacerá la pluralidad y los ensimismados cubiles literarios serán opacados por la sombra de lo realmente abierto a la cultura bibliográfica de los días que corren.

Adiós, Hoja por Hoja. Saludo, desde ya, lo que venga después.

4 comentarios:

Interés General dijo...

Nunca pensé que llegaría este día. Una pena que los espacios se cierren. Carajo, sabes... Escribí algo en mi blog. La ocasión lo merece.

Espacio Verde Mexico dijo...

Qué pena por Hoja por Hoja. La verdad es que sí, es para lamentarse, y lo peor es que los que van quedando no son tan buenos. Te dejo un blog verde:

http://espacioverdemexico.blogspot.com/

Saludos.

Anónimo dijo...

El panorama ya era desértico y ahora esta noticia. Ni oasis, ni nada.
Caramba.

Daniela.

Paul Medrano dijo...

Y ahora ¿cuál será el siguiente?
Habrá que poner las barbas a remojar.