19.10.09

La garza confundida

Hoy por la mañana, cuando, atrapado en el tráfico de Constituyentes, manejo hacia Santa Fe, un ave que sobrevuela el congestionamiento llama mi atención. Primero lo pienso una paloma, pero algo en su vuelo, algo a la vez errático y elegante, me hace alzar la vista de nuevo en pos del pájaro. Descubro entonces que no puede ser más que una garza. Una garza solitaria, blanquísima, que parece haber perdido el rumbo (pienso en el primer capítulo de la Crónica del pájaro que da cuerda al mundo de Haruki Murakami, aunque La gazza ladra de Rossini no sea mi garza confundida). La escena la musicalizan András Schiff y su interpretación de las Variaciones Goldberg de Bach, grabada en ECM allende 2003 (el mismo sello ha editado, en dedos del mismo pianista, las primeras sonatas de Beethoven y la obra para piano de Leoš Janáček: imprescindibles). Me distraigo de la garza y pienso en ese libro que nunca he escrito, la versión narrativa de las mentadas variaciones. Alguien ya lo habrá intentado. La empresa me parece, en su heroísmo, una llamada al fracaso. De regreso a casa, escucho con atención la variación número 25, pequeña pieza que prevee el romanticismo en su integridad; se antoja un preludio, mejor aún, un nocturno de Chopin. Ah, Bach.