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Hace no mucho tiempo, Babelia era un suplemento literario-libresco respetable, obligado incluso. Uno gozaba de la llegada del sábado. Salía a la calle, caminaba hasta el puesto de periódicos, compraba El País. Regresaba a casa y se desentendía de las noticias, extraía el preciado suplemento y lo leía con un té (o un café) en la otra mano. Hace mucho que ese ritual se suspendió, quizá para siempre. Los sábados no hay más suplementos. Ni los domingos. En algún momento, Babelia se inmoló. Digámoslo con todas sus letras: sucumbió a los designios de Grupo Prisa, uno de los emporios dominantes de la decadente España actual, cuya política, antes de primer nivel, ha sido vencida por la ceguera empresarial y un ánimo de reconquista rampante, vicioso. No leo Babelia, no más, pero tuve noticia de su entrega más reciente, en la que, con la excusa de la Feria del Libro de Madrid, les dio por titular Reinventar América su patético ejemplar del sábado 24 de abril. ¿Quiénes escriben? Autores de Alfaguara, la encarnación "literaria" de Grupo Prisa. Ya se sabe: el papá lelo, Carlos Fuentes, y sus hijastros hispanoamericanos, Jorge Volpi y Santiago Gamboa (está con Seix Barral-Planeta, aún, pero no dudo que un chequecito de Santillana lo convenza de cruzar la tenue frontera que separa a las abarroterías editoriales ultramarinas), el flaco y el gordo que portan graciosos el estandarte narrativo de la reconquistada América Latina. Fuentes unge, una y otra vez, a la misma nómina, en un texto llamado, sin más, "México". Gamboa aporta poco. Y Volpi se hace bolas --o se hace el cándido pendejo-- al hablar del boom y los que lo combatimos: elige los argumentos equivocados --cuatro de ellos-- y no menciona la palabra mercado en parte alguna de su aportación al mentado suplemento. Pero lo más intragable es el texto que lleva la batuta, "América Latina pasa la página", firmado por un tal Winston Manrique Sabogal --al que no se le otorga ficha biográfica--, que más parece agente de agentes que otra cosa. Y es que, francamente, una cosa queda clara: la literatura verdadera que se hace en América Latina se encuentra lejos de cruzar el Atlántico. Mejor mirar hacia el sur. Allende la península, la Madre Patria, todo es carne de mercachifle, salvo contadísimas excepciones. No sé, por otro lado, porqué manchan a Juan José Saer y a Antonio Di Benedetto de toda esta mierda. Quizá porque están muertos. Tal vez porque no sean la justa competencia a las ineptas plumas que habitan el flácido suplemento cuyo nombre sería mejor olvidar. Ayer murió Sydney Pollack (1934-2008), director de cine, actor casual. Así las cosas.
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