1.3.09

Men on wire, Petit, Kafka, Klein


La primera vez que tuve noticia de Philippe Petit fue en el sótano de la librería Strand, en Manhattan, a donde M&M y yo habíamos acudido en pos de saldos y demás curiosidades literarias. Mi amiga se emocionó cuando encontró el libro: la historia de Philippe Petit, el hombre que había cruzado de una torre gemela a la otra (y de regreso: ocho veces en total durante 45 minutos), el 7 de agosto de 1974, sobre una cuerda floja (un cable, en realidad). Hacia tres años que las torres no estaban más allí –M, desde Brooklyn, había sido testigo de su destrucción– y la proeza de Petit la llenaba de nostalgia. Hace un mes, mi amiga me conminó a que viera Man on Wire (2008), documental de James Marsh que retrata el performance de Petit, su andar en las alturas, a 450 metros del suelo. La película es, sin más, bella y emocionante y me hace pensar en Kafka:
Voy a la deriva. El camino verdadero pasa por un alambre que no está tendido en lo alto, sino muy cerca del suelo. Parece hecho más para tropezar que para andar por él.
Pienso, también, en Guy Debord y los situacionistas, en la obra de arte que se desvanece en uno que le da sentido –y que es, entonces, imposible de preservar en un museo–, así como hiciera Petit aquella mañana del verano de 1974, un día antes de que yo cumpliera cuatro años. Petit ejecutó su sueño y, apenas pisó tierra, su sueño –la realidad más preciada– se desvaneció para siempre, vino la fama y todo se transformó en espectáculo, irreal.

Pienso, luego y sin más palabras, en Yves Klein y su efímero Saut dans le vide (Salto al vacío, 1960):

1 comentario:

Humberto Aguinaga dijo...

Así nos la pasamos todos, mi querido David, pero la mayoría finge caminar en suelo firma, pocos lo gozan, como Philippe. ¡Qué envidia!

He aquí otra versión de su historia en dibujos animados: http://www.youtube.com/watch?v=2ynvT1zOvkI