10.3.09
Concorde
Hoy, durante la hora y media que me tomó llegar de Tlalpan a Santa Fe, me encontré pensando en el Concorde. Cuando era niño, el icónico avión daba vuelta justo encima de mi casa. Los aviones que llegan desde el norte giran hacia el oriente en algún punto del poniente. Las naves de tamaño moderado sobrevuelan el Periférico y, por allí de las Lomas, dan vuelta a la izquierda; el Concorde, por su velocidad y hace varias décadas ya, lo hacía sobre La Herradura, justo encima del techo de la casa de mis padres. Recuerdo el estruendo. Y recuerdo que, una vez, mi padre viajó en el Concorde. Aquí hablo, claro, del Concorde que llevaba el sello de Air France y que volaba entre la ciudad de México y París. Aunque, también, poco antes de que el avión supersónico dejara de volar, vi uno que llevaba las señas de British Airways en su cola, justo encima de Hyde Park, en Londres. La gente, yo incluido, miró el avión con miedo: hacía algunos días un Concorde se había desplomado poco después su despegue en algún lugar de Francia, si mal no recuerdo. Muchos pensamos lo mismo: se nos va a caer encima el Concorde. Pero no pasó nada. El avión llegó entero a Heathrow, para no volver a volar nunca más. La última vez que pudo verse un Concorde en tránsito no fue en el aire sino en las aguas del río Hudson, en dirección a un museo aeronáutico, aterrizado para siempre. Pobre Concorde.
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1 comentario:
Que mal que no se estreyó con un pájaro.
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