1. Llegué a la oficina y el vigilante me entregó un tapabocas, me ordenó que me lo pusiera. Hasta allí cualquier estadío de negación en el que me encontrara. Aun así, mantengo mi paranoia bajo cero.
2. Tembló. Primero me sentí mareado, me pensé súbitamente enfermo. La paranoia se volvió ligeramente positiva.
3. ¿Conocen a alguien inoculado por el virus H1N1? La pregunta arroja un saldo negativo, salvo casos aislados de alguien que dice que alguien más está infectado o ha muerto. Paranoia al cero, de nuevo.
4. Entre más casos hay en Estados Unidos --y no en México--, la alerta se vuelve más roja. Sin embargo, los casos en el exterior siguen siendo mild, suaves. Paranoia de regreso a menos uno.
5. Suspenden clases en todo el país. En mi oficina nos dicen que si no tenemos nada que hacer allí, no vayamos. Mi jefe nos dice que nos quedemos en casa, que nos vemos hasta el 6 de mayo. Paranoia de regreso al espectro positivo de la gráfica.
6. Hay, por lo menos, un par de antivirales efectivos contra el H1N1. Deben de suministrarse entre 24 y 48 después de que el virus se manifieste en uno. Paranoia cero.
7. China prohíbe la importación de cerdos mexicanos. Comí carnitas en El Venadito la semana pasada. Paranoia positiva.
8. Etcétera. Paranoia variable.
1 comentario:
Coincido con usted... Entre las fluctuaciones del mercado de valores, los movimientos de la tierra, el precio oscilante de los tapabocas y nuestro caprichoso ánimo, de verdad que uno se siente -variablemente paranoico-. Yo tampoco conozco a nadie que tenga o que conozca de alguien con H1N1 y entonces mi paranoia -gubernamental- hace de las suyas pensando que es una leyenda urbana para endosarnos otra devaluación. Por lo menos el dichoso virus no ha traspasado el ciber espacio y podemos seguir leyendo blogs como el suyo que sin duda nos hacen el encierro más ameno. Saludos!
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