11.2.10

John Irving o lo entrañable


Anoche terminé de leer, con cuentagotas, las 554 páginas de Last Night in Twisted River (2009), la doceava y más reciente novela de John Irving. El libro me acompañó durante más de tres semanas y, tal cual, lo fui saboreando hasta llegar al final, un final magnífico, luego de repasar medio siglo en la vida de los Baciagalupo, de mitades del XX a comienzos del que ahora nos contiene. Si mal no recuerdo, llegué a Irving con A Prayer for Owen Meany (1989), la que aún considero su mejor novela, por allí de 1991, por lo que, hecha la aritmética, llevo casi la mitad de mi vida leyendo al escritor nacido en 1942 en Exeter, New Hampshire. Sus novelas han sido llamadas dickensianas y, sí, algo hay de fascicular y decimonónico en el aliento irvingsiano, si bien sus novelas no dejan de ser, por donde se las lea, contemporáneas. Su voz es a la vez literaria y popular, tanto que sus libros aparecen primero en hardcover y, al final del proceso mercadológico editorial, se imprimen en esas ediciones playeras que son los mass market paperbacks. John Irving, pues, vende, lo cual me parece un fenómeno notable. Más allá de los dictados de la moda y de los descalabros de la literatura juvenil, parece existir un amplio nicho de lectores a los que aún le gusta que le cuenten historias. Y que se las cuenten bien, con todas las digresiones y vericuetos necesarios. Pero, sobre todo, con una alta dosis de entrañabilidad, que es en lo que Irving es un absoluto maestro. En Last Night in Twisted River se cuentan las historias de un hombre que pierde a su esposa y se hace de un mejor amigo, de otro hombre que pierde a su hijo y a su padre (huérfano por doble partida), de un tercer hombre que no tiene nada que perder porque lo ha perdido todo, así como de una retahíla de mujeres, muchas de ellas colosales, algunas menudas, que terminan por darle sentido a esa serie de existencias masculinas regidas por el abandono. Pero no diré más, los dejaré con una cita extraída del libro, que también es una hermosa declaración de principios (o bien, un manual de escritura explícito, basado en la experiencia de Irving ante la hoja en blanco):

We don't always have a choice how we get to know one another. Sometimes, people fall into our lives cleanly–as if out of the sky, or as if there were a direct flight from Heaven to Earth–the same sudden way we lose people, who once seemed they would always be part of our lives.

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