4.10.09
Dominical
Domingo. Nada que hacer, todo por hacer. Una taza de café a mi lado. MP y Anna desayunan en otro sitio. La violeta en plena flor, aquí en el estudio. Afuera, en la sala, las gatas juegan con cualquier cosa que se cruza en su camino. Pienso en las lecturas recién hechas y rehechas: Boyhood, Youth y Summertime, las escenas de una vida provinciana de J. M. Coetzee, en las que se convierte en John Coetzee, a caballo entre la ficción y la realidad, entre la auto y la alter-biografía. Pienso en el yo que se tranforma en él, en el ego subyugado a la tercera persona del singular y a los caprichos tanto de la memoria como de la ética personal. Pienso en el tiempo que uno desperdicia cuando lo vence un ataque de necedad. Pienso en el vacío crítico. Pienso en las lecturas que siguen, en lo que me depararán tanto Birchwood como The Infinities, en los cabos creativos de John Banville. Otro John. Pienso en las puertas que se abren. Hace calor.
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3 comentarios:
Me gustó..
Hace unos días estuve buscando, sin suerte, The Infinities en las librerías, ¡qué título! A mí últimamnente se me ha ocurrido algo terrible, he empezado a pensar en todos los libros que no podré leer. Las infinidades desperdiciadas. Por acá empieza el frío, adiós al summertime, mi querido D.
Un abrazo.
Gracias, Andrea.
Así las cosas, querido Doug: comienza el otoño, la inevitable caída anual. No eligieron mal la fecha para su perdón los judíos. Ni para su año nuevo. Banville me llegará, vía amazon.co.uk, de Inglaterra. Vale la pena pagar el flete (que cuesta lo mismo que el libro). Así fue con el reciente Coetzee. Un abrazo, D.
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