Leo
El libro negro, columna de Antonio Ortuño en
Milenio y que esta semana se llama
"Discutir y/o golpearse", y pienso en lo que dice Clint Eastwood sobre la
pussy generation, es decir, la
generación marica (en donde "marica" quiere decir más que otra cosa "débil" y "cobarde", sin ofender a los homosexuales, arteramente llamados maricones; no: Clint va de otra cosa). Dice Ortuño:
Cuenta Ibargüengoitia, en alguna de sus feroces crónicas de la vida cultural mexicana, que una mañana vio a dos escritores (parece ser que uno de ellos era Fernando Benítez y el otro Juan Miguel de Mora) trenzados a golpes en una tortería del Sur del DF. Lo que le pareció admirable al novelista, además de la postal magnífica de dos intelectuales sudorosos, enrojecidos y con los gestos exagerados del odio gobernándoles las caras, es que un par de escritores mexicanos hubieran consumado sus desavenencias a tortazos en lugar de conspirar el uno contra el otro en silencio.
Ortuño concluye que, hoy, lo que sucede en el medio intelectual, más en particular en el huacal literario, no son madrizas como la relatada en la cita, sino una "polémica de señoritos". Nadie usa las manos, convertidas en puños, claro, y pocos saben usar bien las palabras y batirse en franco duelo. No. Hay que ser políticamente correctos y no ofender a nadie ni lanzar piedras y/o adjetivos bien colocados. Ahora lo que dice Eastwood (en
Esquire):
We live in more of a pussy generation now, where everybody's become used to saying, "Well, how do we handle it psychologically?" In those days, you just punched the bully back and duked it out. Even if the guy was older and could push you around, at least you were respected for fighting back, and you'd be left alone from then on.
[Vivimos en una generación más marica ahora, en la que todos acostumbran decir "Bueno, ¿cómo arreglamos esto de forma psicológica?" En los viejos tiempos, nada más golpeabas al intimidador y te las apañabas. Incluso si el tipo era mayor y podía arrastrarte por allí, por lo menos te hacías respetar por responderle, y entonces te debajan en paz.]
Las cosas, claro, ya no son así. Tras bambalinas, como anota Ortuño, todo mundo habla mal de todo mundo y dice hacerle guarradas a sus madres, hermanas, esposas, abuelas y/o mascotas. O nada más a sus amigos literarios. Ya en público, todo es cordialidad y aparente armonía, salvo que se pueda evitar mirar de frente al enemigo y exista la posibilidad de escabullirse y no más bronca. Pero sigamos con Clint:
I don't know if I can tell you exactly when the pussy generation started. Maybe when people started asking about the meaning of life.
[No sé si puedo decir cuando comenzó la generación marica exactamente. Quizá fue cuando la gente comenzó a preguntarse sobre el significado de la vida.]
Aplauso y carcajada, por favor, para Clint. Y mejor ya no le sigo. Nos vemos afuera.
6 comentarios:
David:
Concuerdo. No sólo nos hemos vuelto una sociedad de señoritos, sino, peor, de señoritos masoquistas que oculta pero violentamente se dan rienda suelta de vez en cuando y con los más indefensos.
Pero ahora sólo nos queda pensar en qué hubiera sido de los hombres si no se hubieran abolido los duelos allá por 1819.
Disfruto siempre tu blog,
Héctor
mejor nos vemos adentro, afuera no está Ibargüengoita jeje. Saludos, excelente blog...
Gracias Héctor, gracias Carlos. Podría haber otra clase de duelos, ahora, menos evasivos, más frontales y, claro, sin balas. Pero de lo que se trata en la intelectualidad mexicana es de escurrirse y/o de tapar el sol con el dedo. En fin. Seguimos en la lucha.
Ya Stevenson advirtió sobre los peligros de ocultar y suprimir los instintos. Por eso yo siempre que puedo me conecto con ellos. Así no alimento a Mr. Hyde.
Salud, D.
Brillante entrada, gracias por el enlace a la entrevista con Eastwood.
Nosotros, todos, la generación marica, tan políticamente correctos, tan dados a tirar la piedra y esconder la mano, en eso ha terminado el intento de diálogo.
Salud, Doug Jekyll; salud, Aldan.
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