30.6.09
(Pesa)Días electorales, última
24.6.09
Encuentros cercanos de todo tipo
Encuentros cercanos de todo tipo, con cualquier cosa. O bien: cada quien su montaña. [Esta convergencia va dedicada a mi mentor, el gurú de la convergencia, Guillermo.]
19.6.09
Gena Rowlands
Before I met Gena, I was a bachelor going out and torturing people. I think that's good for young people. When I saw her, that was it! The first time I saw her, I was with an actor, John Ericson, and I said, "That's the girl I'm going to marry.Gena y John se casaron el 19 de marzo de 1954. Tuvieron tres hijos: Nick, Alexandra y Zoe. Y estuvieron juntos hasta la muerte de él, el 3 de febrero de 1989, a 30 años del estreno de Faces (1959), su opera prima que este año cumple medio siglo de existencia.
From my point of view, if I was going to give up my precious self to a woman, she was going to have to love me unconditionally. I kept Gena under constant scrutiny, I was enormously jealous, filled with suspicion about other men and with the terror that those suspicions might be correct, She wouldn't put up with that, And finally I relaxed.
It was a hard struggle to convince Gena. She and I have friction in terms of lifestyle and taste. We agree in taste on absolutely nothing. She thinks opposite to anything I could ever conceive!
¿Qué más decir? Nada. No queda más que contemplar a Gena.
(Más en 40 años de Woody Allen como director en Permanencia Voluntaria de Nexos.)
17.6.09
Checklist o de Wallander a Salander
12.6.09
Wallander, fin
8.6.09
Días electorales, 1 (Diario de locos)
Hoy, a 15 años de dicho evento, encendí la radio de regreso del trabajo --nunca lo hago: escucho música en lugar de noticieros y, peor aún, opinionistas; por algún motivo, me había cansado de la voz de Johnny Hartman, al que escuchaba sin tregua desde mi camino de ida a Santa Fe, por la mañana-- y escuché una voz, por demás familiar, que en un lenguaje casi soez nos invitaba a desatender las estupideces de no sé quién y acudir a las casillas a anular nuestro voto, lo mismo que él estaba ya decidido a hacer. Era, sí, Jacobo Zabludovsky el que hablaba, el que, de manera sugerente y no del todo sutil, nos "ordenaba" que tacháramos la integridad de nuestra boleta electoral.
Ignoro la inclinación partidista de Zabludovsky, pero algo me quedó claro: si él se suma a la campaña de anulación del voto, es que alguien muy poderoso --al que sirve él o del que se sirve él-- le pidió que así lo hiciera, con su autoritaria voz mediática, capaz de despertar la memoria de muchos. Más tarde, me enteré, a través de mi amigo A., de que Zabludovsky había publicado una columna sobre el mismo tema en El Universal de hoy, lunes. Esto, luego de que, por la mañana, el mismo A. me enviara un correo con un texto que explicaba lo que podía acontecer si un porcentaje alto de votantes anulaba su boleta: los pequeños partidos, esa gran molestia, perderían su registro, además de que habría problemas en la designación de candidatos y no sé qué otras cosas previstas por la ley. Me sorprendió, claro, enterarme de que la ley --las leyes de la democracia sobre sí misma-- preveía la posibilidad de la anulación del voto a gran escala y que existían medidas al respecto. Pero eso, por ahora, es harina de otro costal. Aquí, algunas de las palabras de Zabludovsky, el tramo final de su columna:
El voto en blanco, que en la última novelita de Saramago da lugar a una crisis más grave que la del ensayo de la ceguera, tiene una rendija peligrosa: nadie garantiza que una mano negra no rellene los huecos. Ya lo sé, representantes de todos los partidos vigilan la limpieza del procedimiento. Sí, pero son los que están contra la protesta, quieren que nada cambie, que el voto sea en favor de sus designados y no contra el sistema creado por ellos mismos. El voto en blanco es la iglesia en manos de Lutero. La ocasión hace al ladrón. De todos modos, los votos en blanco serán anulados. Y por lo tanto, contarán como nulos.Por eso es mejor el tachón. Rayas cruzadas, atravesadas, engarzadas, curvas o rectas, que no dejen lugar a dudas sobre la intención del votante. Obsérvese que no es una abstención. Es un voto, una manera legal, porque no está prohibida, de votar. Es un voto que expresa una voluntad de influir para cambiar. Lo declararán nulo. De eso se trata. La declaración será certificado de nacimiento de una manifestación que, por pequeña que sea, nadie podrá ignorar. Constará en las actas. Votamos. Somos los del voto nulo. No tenemos pastor y no somos corderos. Somos los vecinos del 19 de septiembre de 1985.
Los poderes políticos y fácticos sienten pasos en la azotea. Presienten que más que un voto anulado es una especie de inesperado plebiscito. No hay manera de anular el voto nulo.
Defender el derecho de elegir libremente a sus gobernantes, es el propósito concreto de una población amorfa, vaga, pero tan real como su unión solidaria en un ágora de chips y .com.
Viene una contraofensiva. La gaceta religiosa dijo que la anulación es una actitud antidemocrática. Que debemos votar por candidatos. Representantes de sindicatos afines, líderes charros, gremios empresariales, intelectuales domésticos y artistas exclusivos expresarán su asco al voto nulo. Desde las telenovelas hasta los juegos de futbol se usarán para convencer al público del peligro de la anulación que pone en riesgo a la patria.
Pero no se le puede poner puertas al campo. La primavera ha venido, nadie sabe como ha sido. Sí se sabe, don Antonio: ha llegado por internet.
Y no se deje equivocar: anular es votar, no para matar a la democracia, sino para fortalecerla. Para anular lo que la agrede.
Es una forma de darle contenido a una mentada de madre.
Palabras de pronto crípticas y altisonantes --aunque rayanas en el necesario lugar común del lector promedio, supongo--, las de Zabludovsky, pero más que nada palabras autoritarias del que algo sabe que nosotros no.
Pero yo sigo en lo mismo: anular el voto es validar el sistema, mismo que contempla la anulación del voto. Mi idea es trascender ese sistema: anularlo. Ignorarlo. O atacarlo por la retaguardia. O en la avanzada, como el buen anarca. Pero hay que estar despiertos para hacerlo, no aletargados por las mismas cantaletas de siempre, se disfracen de rebeldía y alta moralidad o de la habitual corrupción y dejadez. Algo así.
[La nota entera de Jacobo Zabludovsky aquí.]