30.9.08
Zaraza
20.9.08
Sábado, 7.22 AM o "This is water, this is water"
[T]here are all different kinds of freedom, and the kind that is most precious you will not hear much talked about in the great outside world of winning and achieving and displaying. The really important kind of freedom involves attention, and awareness, and discipline, and effort, and being able truly to care about other people and to sacrifice for them, over and over, in myriad petty little unsexy ways, every day. That is real freedom. The alternative is unconsciousness, the default setting, the "rat race" - the constant gnawing sense of having had and lost some infinite thing.El texto completo, indispensable, aquí.
Quiero regresar al capullo tibio: en éste hace demasiado frío.
Así el agua, así las cosas.
18.9.08
Game Over (That Joke Isn't Funny Anymore)
2. Se apaga la luz. La familia --padre, madre, hijo-- viaja abordo de una Range Rover. Detrás de la camioneta, un pequeño velero. Escuchan música. Arias de ópera. Juegan a adivinar quién las compuso, en qué obra aparecen, qué intención tienen. La madre gana. De pronto, una música estridente se manifiesta. Ellos, la familia, no la escuchan. Es uno quien escucha, o padece, a John Zorn. Sabemos, entonces, que algo terrible ocurrirá. Que nadie está a salvo. Que todo capullo puede ser vejado. Regresa el aria de Handel. La familia llega a su destino: una lujosa casa a orillas de un lago. Algo ocurre con sus vecinos. Lo mismo que les sucederá a ellos.
3. Todo anuncia la catástrofe. Lucky, el perro, ladra. Hasta que, fuera de cuadro, Lucky es acallado. Todos serán acallados. Uno será acallado.
4. ¿Quieres irte? le pregunta uno a MP. Ella no dice nada. Permanece junto a uno en la oscuridad de la sala, el capullo vejado. La película transcurre. Discurre sin sobresaltos. No los hay: sabemos lo que ocurrirá. Nada podrá impedirlo. Tres muertes. Violentas. Sin maquillaje. Fuera de cuadro.
5. Sangre, de pronto. Antes, todo blanco, impoluto. Los guantes blancos de los sociópatas. Su vestimenta blanca. Prístina. Después, sangre. Sangre sobre la pantalla de una televisión. Sangre y ruido: automóviles, motores que rugen, la transmisión de una carrera. Sangre sobre el muro, detrás de la televisión. El hijo sobre el suelo. El hijo muerto. Ellos, los asesinos, se van. Uno, MP y ellos, madre y padre, permanecen.
6. Pero no hay escape. Ni siquiera el poderoso instinto de supervivencia de la madre podrá salvarla. Salvarlos. Salvarnos. El hijo muerto. Ella intenta la huida, el rescate acaso. Él, la pierna mancillada, permanece al interior del capullo vejado. Toma una hogaza de pan. La troza. Come. Descubre la inutilidad de su acto. Se saca el pan de la boca. Nada tiene sentido, todo pierde sentido.
7. La madre regresa junto con ellos, los asesinos. Matan al padre, el esposo. Luego se deshacen de ella, como si fuera un pedazo de basura, detrito, un resto de nada. La echan al agua, maniatada. Comida para los peces. Antes, incluso, de que termine el juego. Ella, la madre, desechable. Otra familia, una nueva familia, correrá con la misma suerte. La cámara se congela. Uno de los asesinos, a cuadro, un close up a la cara, nos mira a uno y a MP. Funny Games. Suena de nuevo, estridente, la música de John Zorn.
8. Así Michael Haneke, así las cosas.
15.9.08
Variedad
2. Me entero, apenas ayer, del suicidio de David Foster Wallace, escritor americano de valía, muerto a los 46 años. Y hoy, el colapso de los bancos, la bolsa, en Estados Unidos. Algo apesta en el Imperio. ¿Tripas de salmón en descomposición, cortesía de madame Palin, acaso? Serán, sí, unas elecciones difíciles. Y ganará, como siempre, el miedo: es a lo que nos ha acostumbrado la llamada democracia, en la peor de sus fases: la de la exaltación capitalista. Pero volvamos con Wallace: recomiendo la apreciación hecha por Michiko Kakutani en el New York Times (diario que quizá deje de leer, ahora que Carlos Slim es dueño de cerca del siete por ciento de sus acciones. Supongo que, ahora, en las páginas de dicho periódico se mostrará un México que no es.)
3. Así los días patrios, así las cosas.
11.9.08
Lost Horizon
Así las torres, así las cosas.
9.9.08
100 años de Cesare Pavese
De no haberse suicidado en 1950 y de haber tenido genes longevos y suerte, Cesare Pavese cumpliría 100 años, hoy. Las palabras finales de su diario, El oficio de vivir, son ya clásicas:
Todo esto da asco.Y, en efecto, no escribió más.
No palabras. Un gesto. No escribiré más.
Otra entrada de su diario, 7 de diciembre de 1947:
Tanto se ha hablado, descrito, divulgado la alarma por nuestra vida, por nuestro mundo, por nuestra cultura, que ver el sol, las nubes, salir al camino y encontrar hierba, piedras, perros, conmueve como una gracia grande, como un don de Dios, como un sueño. Pero un sueño real, que dura, que existe.Así los gestos, así las cosas.
7.9.08
Domingo, la lluvia, yo
1. Pasan de las 10. Y así como vino, el fin de semana se va; se fue. Hoy no paró de llover en todo el día, un domingo inglés, ideal para el suicidio como quería Thomas de Quincey. MP trabaja a mi lado. Joe dormita sobre el sillón. Aún no apagan las luces del supermercado de enfrente. Circulan pocos coches por las calles aledañas al edificio. Pero no digo nada.
2. Acabo de autoentrevistarme. Dije que sí a la invitación que me hizo un conocido. Y no sé si me arrepiento. Pero ya lo hice. Releeré el texto mañana a ver qué tan pesado soy.
3. Debo agradecer a las personas que me han escrito, tanto al blog como a una de mis cuentas de correo electrónico, luego de verme en un programa que se transmitió el viernes, con repetición el sábado, por el canal 40: gracias por sus palabras. Allí están las mías para que las lean.
4. Hoy fue la despedida de A, mi más viejo amigo. Se va, junto con su mujer y sus dos hijos, de profesor invitado a una universidad francesa. Dos años.
5. Son las 22.22 ahora que escribo esta frase.
6. Nada más que reportar.
7. O sí, pero no estoy de ánimo.
8. Así la lluvia, así las cosas.
5.9.08
Robert Giroux (1914-2008)
La imagen anterior es el logo de una de las mejores editoriales anglosajonas, sello del que Giroux fue una parte fundamental: el editor de fondo, el lector empedernido, el descubridor de nuevas voces y, a la vez, el responsable de los notables fracasos de Harcourt Brace, la editorial en la que trabajó antes de sumarse al trío que le dio cabida a su apellido.
Rescato un par de ellos, según lo cuenta Christopher Lehmann-Haupt en el obituario aparecido, hoy, en el New York Times, ya que retratan muy bien los derroteros y los motivos de la edición independiente (aunque a FSG la compró, finalmente, un grupo editorial):
[Giroux] had edited some of Jack Kerouac’s earlier books but was unprepared a few years later when Kerouac showed up at Harcourt Brace with a manuscript written on sheets of onionskin and teletype paper pasted together and delivered in a roll about 120 feet long. When Mr. Giroux would not agree to the author’s demand that he make no changes in the manuscript, which consisted of only a single paragraph, Mr. Kerouac stalked out, taking his book, “On the Road,” with him. Viking eventually published it, the book became a classic, and the episode became, for Mr. Giroux, a source of painful regret.Mr. Giroux had also written to J. D. Salinger, offering to publish his short stories, which had been appearing in The New Yorker. He got no response, until one day his secretary announced that a Mr. Salinger was there to see him. Mr. Giroux repeated his short-story offer. Salinger argued that his stories wouldn’t sell until he had published a novel, which he said he was working on. It was about a prep school student named Holden Caulfield, he said, on Christmas vacation in New York City. He assured Mr. Giroux that he would like it, and they shook hands on an agreement to publish it.
More than a year later, Mr. Salinger sent Mr. Giroux the manuscript of “The Catcher in the Rye.” Mr. Giroux was all set to publish it. He was certain it would be a winner. Then Harcourt’s textbook department intervened, saying “Catcher” wasn’t right for the house. Mr. Giroux acceded, forced to reject what turned out to be one of the great successes of the century.
Furious at this interference, Mr. Giroux began looking to move to another house, and in 1955 joined Farrar, Straus & Co. as editor-in-chief. Some 17 of his writers at Harcourt eventually followed him — among them Eliot, Lowell, O’Connor and Malamud — although Mr. Giroux insisted that he had not solicited them.
Así los guardianes en el centeno, así las cosas.