5.1.08

Camus, Obama, la rara placidez sabatina

Sábado, un día luminoso, MP escribe frente a mí, sentada en el sillón de la sala. Se acaban las vacaciones. Una atmósfera de nostalgia feliz en la casa, melancolía alegre, si algo así es concebible. Yo, disperso.


Dejo de mirar a MP (regresa a la mesa, se instala ante su Mac), intento distraerme, y pienso en la victoria de Barack Obama en la camarilla de Iowa. Los conservadores, por lo visto, prefieren a un negro que a una mujer: Estados Unidos es un país lleno de sorpresas. A Hillary Clinton no le sentó bien ese tercer lugar (basta ver las fotos de su arribo a New Hampshire, con cara de histeria), debajo de John Edwards. En el caso de los republicanos, ni hablar: como siempre, el peor va a la cabeza (no conozco un ser más retrógrada que Mike Huckabee, basta con asomarse a sus declaraciones tras el asesinato de Benazir Bhutto: al tipo se le ocurrió decir que había que taponear aún más la frontera de Estados Unidos con México, para que no se metieran paquistanís por allí... Sin palabras). Regresemos con los demócratas, pues. Si bien soy seguidor de Clinton y votaré por ella, dado el caso, en las primarias que me corresponden (Texas, un voto desperdiciado), apoyaría igualmente a Obama, aunque me parece un candidato cándido y verde (no pun intended). Ya veremos qué decide el resto de América.

Dejo de pensar en eso y abro El revés y el derecho de Albert Camus, su ópera prima. El prefacio, escrito en 1958, a dos décadas de la discreta aparición de ese primer libro, es uno de mis textos favoritos. Rescato algunas citas:

[L]os dos peligros que amenazan a todo artista, el resentimiento y el contento.

[P]uedo asegurar que entre mis numerosas debilidades nunca estuvo el defecto más extendido entre nosotros, me estoy refiriendo a la envidia, auténtico cáncer de las sociedades y de las doctrinas.

Aunque vivo ahora sin la preocupación del mañana y, en consecuencia, como un privilegiado, no sé poseer. De lo que tengo, y que siempre se me brinda sin haberlo buscado, no puedo conservar nada. Me parece que no tanto por prodigalidad cuanto por una forma diferente de escatimar: soy avaricioso de esa libertad que se esfuma en cuanto aparece el exceso de bienes.

[E]l apetito desordenado de vivir.

Para edificarse, la obra de arte debe recurrir primero a esas fuerzas oscuras del alma.

Y, además, siempre llega un tiempo en la vida de un artista en que tiene que hacer balance, que acercarse a su propio centro para intentar, a continuación, mantenerse en él.

5 comentarios:

Nicolás Cabral dijo...

Querido David,
Tenemos muchas coincidencias políticas, incluso en asuntos donde, al parecer, nadie más que tú y yo defendemos ciertas cosas. Sin embargo, respecto a las primarias demócratas, estoy en total desacuerdo contigo: votar por Hillary Clinton es votar por el estatus quo. No albergo demasiadas esperanzas, pero mis simpatías, con todas las reservas imaginables, están con Barack Obama. No tanto por él como por el hecho de que ha hecho una alianza tácita con Dennis Kucinich, el único demócrata que realmente pretende enfrentarse a las corporaciones, lo que ha hecho que los medios –los defensores de los intereses empresariales– lo excluyan de los debates y, por extensión, de la posibilidad de competir por la candidatura a la presidencia. Te recomiendo dos artículos de Global Research, a ver qué opinas:

http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=7720

http://www.globalresearch.ca/index.php?context=viewArticle&code=MOO20071227&articleId=7693

Un abrazo y feliz domingo,

Nicolás

David Miklos dijo...

Querido Nicolás,

poco después de publicar esta entrada me puse a leer un poco más sobre el proceso electoral del 2008 en Estados Unidos, sobre todo en diarios y sitios no estadounidenses, alejados del estatus quo. Mi simpatía hacia Barack Obama es creciente, sobre todo luego de la reacción de Clinton ante la inevitable derrota en Iowa. Mi juicio estaba nublado por cierto regusto que preservo de la administración de Clinton esposo, aunque no puedo negar que tienes razón: ellos, más que nadie, encarnan a un sistema que, finalmente, a ambos nos gustaría que fuera abatido. Clinton esposo es muy amigo de Clinton papá y, al fin y al cabo, lo que buscan es la perpetuación de los nuevos Césares americanos. Tal vez, sí, haga falta la frescura de Barack Obama, quizá su verdor, su candidez, sean, finalmente, virtudes necesarias para que allá arriba se geste un real cambio. Leeré con calma los artículos que me envías. Ya seguiremos dialogando, es un año importante, éste.

Otro abrazo y un feliz domingo para ti también,

David.

David Miklos dijo...

Corrección a mi respuesta a Nicolás: Bill Clinton es amigo de George Bush papá. Si Hillary gana, habrá una continuidad del mismo grupo político, más allá de su bandera demócrata o republicana, larga e inusual en Estados Unidos.

Anónimo dijo...

Una de los peros que se le ponen a Obama es su falta de experiencia política. A mí esto me parece más bien una ventaja, dado que experiencia política significa, en la mayoría de los casos, experiencia en asuntos chuecos.

Obama es el único candidato que tiene esa frescura del lado demócrata (que es el único por el que me atrevería a irme) y que al mismo tiempo tiene remotas posibilidades de salir victorioso en las primarias.

No creo por otro lado que ningún candidato por fresco que sea, pueda cambiar a las instituciones, es mucho más probable que aquellas lo cambien a él.

De cualquier manera, Obama es el menos pior de todo lo que veo.


Saludos

Oscar dijo...

pero, pero...es negro.